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Pepe Menéndez: “La pandemia estalló las urgencias educativas”

Por: EDUCREAR  |  Miércoles 19 de Mayo de 2021

El pedagogo catalán propone una educación centrada en la singularidad de cada alumno y pone en cuestión los mecanismos de evaluación vigentes.



Pepe Menénedez es profesor de secundaria y asesor e impulsor de proyectos que busquen generar un cambio profundo en la educación. Fue miembro del equipo directivo de la Fundación Jesuites Educació hasta 2018, donde desarrolló la experiencia Horizonte 2020 de Barcelona, una referencia en América Latina y España sobre innovación pedagógica.

En su último libro, “Escuelas que valgan la pena” (Paidós), Pepe plantea la necesidad de generar un movimiento que discuta el mecanismo institucional y que empiece a trabajar sobre la singularidad de los niños y adolescentes en el proceso de aprendizaje. El objetivo es conseguir que el aprendizaje sea el motor de una educación más humana y acorde a las competencias de nuestro tiempo. “Debemos garantizar el aprendizaje de todos”, afirma.

En una entrevista con Educrear, el experto en innovación educativa analiza el panorama actual del sistema educativo, cuáles son los cambios posibles en el corto plazo, las posibilidades que nos brindan las tecnologías y la necesidad de que la escuela se adapte a nuevas experiencias.

Educrear (EC): ¿Cómo ves al sistema educativo actual?

Pepe Menéndez (PM): Realmente está en un momento crítico. El efecto de la globalización, la velocidad en el desarrollo tecnológico y los movimientos migrantes tuvieron un impacto enorme sobre la escuela. Aquella escuela heredada del siglo XVIII y XIX produjo una industrialización del sistema educativo: planteos homogéneos, libros de textos que no tenían en cuenta contextos particulares ni los territorios, por ejemplo. 

EC: Entonces, ¿qué generó la pandemia?

PM: Estallaron las urgencias y necesidades, estuvieron más claras las brechas y necesidades tecnológicas. La pandemia puso, desde el punto de vista visible, una crisis que la educación venía arrastrando hace varios años.

EC: ¿Se pueden hacer algún análisis positivo del último año?

PM: No estábamos preparados para lo que ocurrió, pero de la pandemia aprendimos algunas cosas. Primero, que un estudiante no puede estar tantas horas delante de una pantalla ni se puede reproducir el mismo sistema presencial en la virtualidad. ¡Ojo! El propio sistema presencial ya no era soportable. Luego, vimos que no era necesario que todos los alumnos aprendan al mismo tiempo, que se puede enseñar combinando tiempos y espacios. En tercer lugar, la pandemia nos demostró que la relación con las familias es fundamental. Y, por último, que el bienestar emocional es vital para el aprendizaje. Necesitamos crear un marco emocional, de conexión necesaria para que los niños y adolescentes se sientan seguros y se abran al aprendizaje.



EC: En este último tiempo la tecnología estuvo en el centro de la educación, ¿qué rol creés que va a tomar una vez que la pandemia termine?

PM: Seguramente sea muy desigual. La escuela entendida como una pura transmisión de información va a tener menos sentido porque la tecnología lo va a hacer todo más ágil. Creo que debemos preparar a nuestros estudiantes para que, en el futuro, conozcan en profundidad las herramientas tecnológicas y puedan tomar, como ciudadanos, decisiones importantes. 

EC: A lo largo de la entrevista remarcás que hay elementos que deben identificarse para empezar a cambiar el sistema educativo ¿cuáles son?

PM: Primero debemos aceptar que los cambios no van a ser rápidos, lo que no debe pasarnos es que, una vez identificados los problemas no hacer nada por cambiarlos. Ya sabemos que el docente no solo una figura transmisora de información, que llena la cabeza de los estudiantes, y que las evaluaciones necesitan una mirada integral, que no sea solo clasificatoria.

EC: ¿Qué rol ocupa el docente en esta nueva dinámica escolar?

PM: La imagen de la escuela es la de un maestro y alumnos dentro del aula, lo que suceda fuera no importa. Ahora sabemos que lo que pasa dentro y fuera de la institución educativa es igual de importante. El tiempo que no es estrictamente activo delante de los alumnos es tan indispensable como lo que ocurre cuando se está impartiendo clases. Cuando mejor sea el tiempo fuera del aula, tanto mejor será la calidad de lo que luego ocurra en los espacios escolar.

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