La participación política-social de estudiantes cordobesas las llevó a proyectar un
centro educativo para que el colectivo travesti-trans concluya sus estudios. En la necesidad de pensar una tesis para la carrera de Licenciatura en Arte y Gestión Cultural de la Universidad Provincial de Córdoba (UPC) Michelle Sacks, Mónica Gutierrez y Nacha Merchán eligieron una temática que supera lo teórico.
“La búsqueda fue unir la cuestión académica con una necesidad concreta que tuviera el colectivo LGTBIQ, que consideramos que son quienes más han sufrido en los espacios dónde trabajamos”, detalla la animadora sociocultural, Nacha Merchán.
El eje de la idea es construir un centro para acompañar la
terminalidad educativa secundaria junto a talleres y capacitaciones en oficios y diferentes disciplinas artísticas.
El comienzo del trabajo contó con la dirección académica de Maisa Jobani y el asesoramiento externo del Lic. Santiago Merlo, comunicador, docente, gestor cultural y activista trans. También participaron Francisco Quiñones, director del
Bachillerato Popular Travesti-Trans Mocha Celis, y Malena Haboba, comunicadora social e integrante del equipo del Plan FiNes para la comunidad de la Universidad de Avellaneda.
Aunque el proyecto tuvo grandes avances, no cuenta con fecha de apertura. Junto a la Secretaría de Extensión de la UPC conformaron un equipo de trabajo interdisciplinario para brindar respuestas concretar a las problemáticas, entendiendo la necesidad del colectivo de terminar sus estudios
. “Lo pensamos como un espacio inclusivo para aquellas personas que se sientan que están fuera del sistema”, afirma Merchán.
El centro educativo busca responder a una
“necesidad concreta y real” de la población adulta del colectivo LGTBIQ, que por
“diferentes tipos de violencias se sienten expulsadas”.
El sustento de la idea está basado en tres ejes. El primero es la educación popular del sistema formal
“porque estamos convencidas que es necesario adaptar la formalidad de las instituciones educativas desde la perspectiva de género y los derechos humanos, no solo como una cuestión declarativa sino desde la práctica, la metodología y la pedagogía”.
Un segundo eje trata sobre la prespectiva de género para poder
abordar las problemáticas del colectivo LGTBIQ desde una mirada integral y un posicionamiento que trabaje la no discriminación por motivos de género.
Por último, las promotoras del proyecto sostienen que el arte es una herramienta de transformación social que permite encontrar
“más libertades desde el acompañamiento del otro”.
Cuentan con la adhesión y el apoyo de un conjunto de organizaciones protagonistas de las luchas del sector: Tarde Marika, Mirada Diversa, La Casita Trans, Casa del Orgullo Córdoba, La Colectiva, Ser Trans Córdoba, Devenir Diverse, Área de Trans Travestis y Género no binario de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba, Nube Diversa, Disidencias Unquillo, Trans Argentinxs.
¿Quién fue Maite Amaya?
Estamos hablando de una luchadora trans, feminista, piquetera y anarquista cordobesa, un ejemplo de lucha popular, consciencia social entre pensamiento y acción. Interponer el nombre de Maite representa una manera de rebelarse contra lo establecido de una luchadora social que dejó enseñanzas en la comunidad con la que compartió sus vivencias.
Nacida hace 36 años en una familia trabajadora de barrio Argüello, al norte de la ciudad de Córdoba. En su adolescencia cambió el Juan Matías por Maite, y a partir de ahí transitó muchas carreteras revolucionarias: la causa de los derechos LGBT,
“los feminismos” –como gustaba decir- y el anticapitalismo; la denuncia de las violaciones de derechos humanos en las cárceles y la persecución a las trabajadoras sexuales; la luchas piqueteras, villeras y anarquistas.
“Por eso tenemos que ponerle su nombre, ella sintetiza la educación popular y el arte como herramienta de transformación social”, expresó la impulsora del proyecto.
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