En algún momento de nuestra vida académica nos pasó estar frente a un texto que, por sus características nos resultaba complicado de entender. Letras pequeñas, hojas borrosas, lenguaje enredado son algunos inconvenientes que podemos encontrarnos en el transcurrir de la vida educativa.
Por ello, Carlos Gutiérrez trabaja como maestro de apoyo en una escuela de Tunuyán, Mendoza, y da clases virtuales en un curso en una Unidad Penitenciaria ajustando materiales didácticos para sus alumnos.
Su objetivo es eliminar las barreras presentes en la enseñanza diaria.
Su recorrido con este tipo de aprendizaje se debe a un curso de
Lengua de Señas Argentina (LSA) que realizó mientras estudiaba Diseño Gráfico. Tras un tiempo en el que cubrió el rol de intérprete, se decidió por estudiar el Profesorado de Educación Especial.
El trabajo al frente de un aula como profesor de alumnos sordos, sumado a su experiencia como terapeuta del Lenguaje, lo motivó a explorar iniciativas que les facilitara a los
alumnos su camino en la educación.
“Haber encontrado material adaptado fue un golazo, el ingrediente perfecto. Para lograr un texto adaptado es importante seguir dos criterios: la legibilidad y la comprensibilidad”, explica Carlos.
Ser maestro se trata de guiar, de ser un faro que ilumine el camino hacia una vida laboral y social plena.
Ante la heterogeneidad del ser humano y su capacidad de procesamiento lector, la lectura fácil aparece como una solución para facilitar el acceso a la información, la literatura, la formación y la cultura de personas con dificultades de
comprensión lectora.
Su origen tiene lugar en Suecia, a finales de los años sesenta del siglo XX. En 1968 se publicó el primer libro en lectura fácil a instancias de una comisión de la Agencia Sueca de Educación, que inició su trabajo de forma experimental. La atención inicial de los adaptadores fue la literatura, con el fin de difundir la experiencia lectora entre todas las personas. Progresivamente, se fueron extendiendo los ámbitos de actuación a la información y los textos administrativos.
La definición de lectura fácil se asentó en 1997, con la publicación de
“Directrices para materiales de lectura fácil” de la Federación Internacional de Asociaciones de Bibliotecarios y Bibliotecas (IFLA), que se revisó posteriormente en 2010. Este documento supuso la primera guía para elaborar textos en
lectura fácil aplicando ciertas pautas.
“La lectura fácil permite crear un texto para que todas las personas lo puedan entender. Eso, para gente con poco hábito lector, les permite adquirir el ejercicio diario y el desarrollo de su autonomía. Cuando los alumnos empiezan a tener frente a sí textos fáciles comienzan a elevar su autoestima, su valoración y su seguridad”, detalla Carlos Gutierrez, terapeuta del lenguaje y docente de personas sordas.
La lectura fácil queda definida en la publicación como la
“adaptación que permite una lectura y una comprensión más sencilla”. La definición parte de la idea de que no es suficiente con que el texto sea legible (por ejemplo, con letras de mayor tamaño), sino que también debe tener una estructura y un vocabulario que permitan el entendimiento del contenido.
La adaptación no responderá a un único estándar, puesto que existirán diferentes niveles en función del público receptor. Así, el nivel de las adaptaciones estará en función de su extensión, su complejidad sintáctica y léxica y el número de ilustraciones. La estructuración de niveles no está, en ningún caso, vinculada a la establecida para el aprendizaje de idiomas.
Las pautas para adaptar un texto en Lectura Fácil se encuentran divididos en dos campos: lo que serían las pautas de Redacción (ortografía, gramática, léxico y estilo) y las pautas de Diseño (ilustraciones, tipografía, comprensión de texto y paginación)
Esquema para abordar una adaptación a lectura fácil
1. Identificación del texto original
- ¿Qué tipo de texto es?
- ¿Quién es el autor?
- ¿Cuál es el tema general?
- ¿Qué extensión tiene?
- ¿Qué grado de complejidad tiene?
2. Estructura del texto original
- Identificación de temas y subtemas.
- Identificación de ideas principales y secundarias.
- Hacer un esquema.
- Identificación de vocabulario y campos semánticos.
3. Preparatorio de la adaptación
- ¿Quién es el público objetivo que leerá el texto adaptado?
- ¿Qué necesidad cubre?
- ¿Qué grado de adaptación aplicaré: más sencillo o más complejo?
- ¿Qué extensión debería tener?
- ¿En qué soporte se publicará: en formato papel o digital?
4. Estructuración del texto adaptado
- Organizar las ideas principales: ¿qué queremos comunicar?
- ¿Es necesario cambiar el orden del original?
- ¿Qué partes sobran?
- ¿Hay cuestiones que se deben explicar más y que no están presentes en el original?
- ¿Qué apoyos son necesarios: imágenes, definiciones?
5. Adaptación a lectura fácil según las pautas
6. Revisión
- Erratas y faltas.
- Coherencia y cohesión.
- ¿Está recogida toda la información necesaria?
- Tono: ¿es el del original o hay un sesgo del adaptador?
La Lectura Fácil consta de tres niveles debido a que no existe un estándar fijo y se propone la coexistencia de varios de ellos. Los niveles están estipulados por la Asociación de Lectura Fácil de Cataluña.
- Nivel 1: Es el más sencillo ya que abundan las ilustraciones y una menor cantidad de textos que, además, carece de complejidad sintáctica y lingüística.
- Nivel 2: Incluye un vocabulario y expresiones de la vida cotidiana, acciones fáciles de seguir e ilustraciones.
- Nivel 3: Es el más complejo debido a la extensión del texto y al uso de palabras poco usuales o en sentido figurado. Puede presentar saltos espacio-temporales y escasas ilustraciones.
En Argentina, según el informe PISA 2018,
la mitad de los estudiantes de 15 años tenían un desempeño pobre respecto a entender lo que leían. Es sabido que la pandemia generó
graves deterioros en la capacidad de los alumnos argentinos, por lo que resulta valioso e importantísimo comenzar a utilizar esta herramienta que tenemos a nuestro alcance para que cada estudiante entienda un texto durante el estudio.
“Es necesario empezar a trabajar la empatía y entender que no todas las personas tienen la capacidad de graficar en su mente lo que van leyendo. Para eso es necesario un texto legible y comprensible. Además, es necesario tener en cuenta la validación de los alumnos como usuarios que van a consumir ese texto”, explica Gutiérrez.
Resulta paradójico que el primer Ministerio que empezó a utilizar la Lectura Fácil fuera el de Justicia para que las sentencias sean claras tanto para los abogados como para los civiles que participaban del juicio.
“Su no aplicación es un problema gravísimo debido a que convivimos día a día con la diversidad y es un tema que nos atraviesa a cada uno”, concluye el docente Carlos Gutiérrez.
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