Argentina vive una etapa de profunda crisis que golpeó a los hogares con menores recursos. Durante 2019 se amplió por tres años la Emergencia Alimentaria con el fin de fortalecer programas sociales en comunidades vulnerables, pero la llegada del Coronavirus en 2020 incrementó las deudas sociales, económicas y culturales que el país venía arrastrando.

En este contexto es que el Proyecto Integrado “Promoción de la Autoproducción de Alimentos (ProHuerta)” se erige como una pequeña solución a problemas económicos, ecológicos y alimenticios. Es desarrollado hace más de 30 años por el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) junto al Ministerios de Desarrollo Social de la Nación, con el objetivo de mejorar la seguridad y la soberanía alimentaria en sectores vulnerables de la población.

Con la ayuda y experiencia del INTA, el Gobierno de Río Negro lanzó en septiembre el programa “Miles de oportunidades” que apunta a construir invernaderos escuelas para capacitar a más de mil familias en prácticas que permitan el autoabastecimiento de alimentos frescos y una mejor calidad en la alimentación. La iniciativa se encuentra enmarcada dentro del plan provincial “Río Negro Nutre” que busca dar respuesta a la malnutrición, mediante el acceso a alimentos frescos que garanticen una vida saludable y promuevan la soberanía alimentaria. 

“Con todas las acciones que llevamos al territorio lo correcto es generar vínculos interinstitucionales y articular con diferentes organismos que aborden temáticas en nuestra actividad. La idea es que transcienda a las personas, por eso es fundamental anclarlo en asociaciones civiles en las distintas comunidades para que puedan apropiarse de la idea”, asegura el Subsecretario de Agricultura del Ministerio de Producción y Agroindustria de la provincia, Diego Gordon.

Otra de los pilares en los que se apoya el proyecto es en la idea de que el ser humano se acerque y se conecte con la tierra. En los últimos años la virtualidad, la velocidad con la que vivimos nos alejó de prácticas que nos mejoran la salud física y espiritual. “Estamos convencidos que es una prédica para generar nuevos hábitos. Debemos insistir con los chicos, articular con los colegios y darles herramientas para que logren expandirlo”, sostiene Gordon.



El programa consta de tres fases:

1. Conformación del terreno a partir de la construcción de 100 macrotúneles que funcionan como modelo para capacitar a los grupos destinatarios y a los futuros promotores de esta tecnología.
2. Luego, se avanzará con el módulo de producción de hortalizas que incluye la preparación del suelo, elección de las especies, siembra, riego y manejo de plagas y enfermedades.
3. La última etapa es la construcción de 1000 invernaderos familiares para continuar con el asesoramiento en los procesos de siembra y producción y avanzar con los talleres de capacitación en manipulación de alimentos y educación alimentaria y nutricional.

“Es importante que estas políticas hagan base en la familia porque allí se da la problemática de la alimentación”, analiza el asistente regional de Extensión y ProHuerta del INTA Patagonia Norte, Vicente Buda.

En cada localidad en la que se implementa se seleccionan diez familias articuladamente entre el Municipio, el INTA y las instituciones de la organización civil, con la particularidad que deben poseer un terreno en sus casas para implementar el microinvernadero en sus domicilios. La producción bajo cubierta permite aumentar el tiempo productivo y la cantidad de hortalizas obtenidas, mejorar su calidad y ampliar las posibilidades de producción. En números, una huerta tiene la posibilidad de rendir entre 4 y 6kg por metro cuadrado dependiendo de la verdura, lo que sería unos 200kg en una temporada. En comparación, es equivalente a la tarjeta Alimentar que brinda el Gobierno Nacional, lo cual permite un alivio económico para las familias.



“Lo que observamos es que las familias no tuvieron que comprar más verduras básicas, y lo más importante es que se trata de una producción saludable. En un contexto de pandemia, donde se limitó la cuestión social, es importante que hayan podido desarrollar microtúneles en sus casas”, asegura el Secretario de Políticas Alimentarias del Ministerio de Desarrollo Humano y Articulación Solidaria de Río Negro, Miguel Gallardo.

En la construcción de micro invernaderos que realizan las familias en sus hogares, una vez que adquieren conocimientos sobre preparación del suelo, elección de especies, siembra, riego y manejo de plagas, es vital el rol del promotor. Aquí estamos hablando de una persona que acompaña, asesora y continúa capacitando al núcleo familiar. “Debe tratarse de una persona con sensibilidad social y con gusto por la producción para que la cadena de producción no sea interrumpida”, sentencia Diego Gordon.

Una de las características importantes del programa “Río Negro Nutre” son las facilidades que brindan las tecnologías para producir alimentos frescos bajo condiciones controladas como estrategia para mantener un cultivo regular y rentable gran parte del año, en una región con un ambiente que combina bajas temperaturas y fuertes vientos.

El desafío para este año es mantener en funcionamiento y expansión los invernaderos escuela que ya fueron inaugurados y lograr instalar uno por cada localidad de la provincia. Esta idea posibilitaría un acceso a alimentos frescos, una vida más saludable y promueve la soberanía alimentaria. “Tenemos un camino difícil, pero debemos aportar cada uno desde su lugar por políticas estructurales que van a perdurar más allá de las personas, y generan muchísimo impacto en la población”, culmina el asistente regional de Extensión y ProHuerta del INTA Patagonia Norte, Vicente Buda.