En un tiempo donde las identidades se fragmentan y se disputan en múltiples escenarios, el derecho a la identidad emerge como un principio ético y educativo fundamental. Cada 22 de octubre, Argentina conmemora el Día Nacional por el Derecho a la Identidad, en homenaje a la creación de
Abuelas de Plaza de Mayo, el 22 de octubre de 1977. Esta fecha recuerda que la identidad no es solo una cuestión biográfica, sino también un derecho humano que se aprende y se protege desde la escuela.
Memoria y educación: una alianza que construye ciudadanía
La Ley N.º 26.001, sancionada en 2004, instituyó esta jornada para visibilizar la lucha de las Abuelas de Plaza de Mayo y su aporte a la defensa de los derechos humanos. Desde entonces, el 22 de octubre se consolidó en el calendario escolar como un día de reflexión y aprendizaje colectivo.
El derecho a la identidad —entendido como el reconocimiento del origen, la historia y los vínculos familiares y culturales— es un componente esencial de la educación en derechos humanos. En las últimas décadas, las políticas educativas argentinas incorporaron la perspectiva de la memoria y la verdad en los diseños curriculares, promoviendo actividades que invitan a los estudiantes a interrogar el pasado y a construir conciencia ciudadana.
Trabajar el derecho a la identidad en las escuelas no se reduce a recordar una fecha: implica fortalecer una cultura pedagógica de la memoria, la empatía y el respeto. Este enfoque se vincula con la formación integral, la educación en valores democráticos y la construcción de comunidades escolares inclusivas y participativas.
El concepto de identidad se relaciona con múltiples dimensiones: la historia personal, la pertenencia social, el contexto cultural y la memoria colectiva. En el ámbito educativo, supone reconocer que cada estudiante trae consigo una historia única y valiosa que debe ser respetada y comprendida.
Las experiencias de enseñanza sobre identidad y memoria atraviesan los distintos niveles educativos. En el nivel inicial, se trabajan las nociones de familia y diversidad; en la escuela primaria, se vincula con la historia reciente y el conocimiento del pasado; en la secundaria, se profundiza en el análisis crítico del terrorismo de Estado y en la reflexión sobre los derechos humanos.
Según un informe elaborado en 2023 por el Programa Educación y Memoria del ex Ministerio de Educación de la Nación, más del 80 % de las escuelas argentinas desarrollan actividades vinculadas al Día del Derecho a la Identidad o a la Semana de la Memoria. Estas experiencias incluyen proyectos interdisciplinarios, producciones artísticas, murales, lectura de testimonios y encuentros con organismos de derechos humanos. En todas ellas se afirma una convicción pedagógica:
recordar es aprender a convivir.
La pedagogía de la memoria, desarrollada por investigadoras como Carina Kaplan y otros referentes del campo educativo, sostiene que recordar no es solo un acto de recuperación del pasado, sino una práctica de formación ética y política. En ese sentido, la escuela cumple un rol decisivo en la transmisión de valores democráticos y en la construcción de sentido colectivo.
El aula como espacio de construcción
Existen múltiples estrategias para trabajar el derecho a la identidad en el aula. Algunas propuestas destacadas incluyen:
• Proyectos de investigación familiar y comunitaria, donde los estudiantes reconstruyen sus historias a través de entrevistas, fotografías o documentos.
• Lectura de literatura infantil y juvenil vinculada con la memoria, como La historia de los abuelos que no tuve o Los chicos de la guerra.
• Visitas a espacios de memoria, museos o sitios históricos, que permiten poner en diálogo el aprendizaje escolar con la experiencia social.
• Actividades artísticas y narrativas, como murales, podcasts o videos, donde los jóvenes expresan lo aprendido sobre identidad, verdad y justicia.
Estas experiencias no solo fortalecen contenidos curriculares, sino que también promueven vínculos afectivos, autoestima y sentido de pertenencia. Enseñar la identidad desde la escuela es enseñar también a reconocerse en el otro.
La reflexión del docente
Sebastián Aguirre, de la Escuela Secundaria N.º 14 de Lomas de Zamora, sintetiza el sentido pedagógico de esta conmemoración: "La identidad es el derecho a saber sobre nuestro pasado, a conocer el camino recorrido por nuestras familias; es el vínculo que nos une y nos permite reconocernos. Es el punto de partida para construir el futuro: saber quién soy para saber hacia dónde ir" Su mirada refleja el valor de la palabra docente como vehículo de conciencia y de memoria viva en las aulas.
El Día Nacional por el Derecho a la Identidad trasciende su dimensión conmemorativa: invita a las escuelas a renovar su compromiso con una educación que forme sujetos libres, críticos y solidarios. En cada clase donde se promueve la escucha, la diversidad y la búsqueda de la verdad, la escuela reafirma su papel como garante de derechos.
Educar para la identidad es educar para la dignidad. Significa sostener la memoria como parte del presente y sembrar en las nuevas generaciones la convicción de que la verdad y la justicia no se heredan: se construyen. La enseñanza del derecho a la identidad no termina el 22 de octubre: continúa cada día en las aulas, donde la educación hace posible que la historia tenga futuro.
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