Desde 1967, el Día Internacional de la Alfabetización se celebra cada año en todo el mundo para recordar al público la importancia de la alfabetización como factor de dignidad y de derechos humanos, así como para lograr avances en la agenda de alfabetización con miras a una sociedad más instruida y sostenible. A pesar de los logros alcanzados, los desafíos persisten, ya que 773 millones de adultos en el mundo no poseen, hoy en día, las competencias básicas en lectoescritura.
La crisis provocada por la COVID-19 creó trastornos sin precedentes en el aprendizaje de los niños, jóvenes y adultos. También acentuó las desigualdades ya existentes en cuanto al acceso a oportunidades de alfabetización significativas, afectando de manera desproporcionada a los 773 millones de jóvenes y adultos no alfabetizados. La alfabetización de los jóvenes y adultos no ha sido tomada en cuenta por numerosos planes nacionales iniciales de intervención, aun cuando los programas de alfabetización tuvieron que suspender su funcionamiento habitual.
“La alfabetización es un proceso que se inicia muy tempranamente, fuera del ámbito escolar, se inicia en el seno familiar y comunitario, pero está signado los conocimientos y el acceso a textos propios de las familias”, afirma Verona Batiuk,
Experta en Educación Infantil de la OEI Argentina.
Incluso durante este periodo de crisis mundial, se llevaron a cabo esfuerzos para encontrar otros medios para garantizar la continuidad pedagógica, en particular mediante el aprendizaje a distancia que se impartió a menudo conjuntamente con el aprendizaje presencial, pero el acceso a las oportunidades de alfabetización no quedó repartido de manera proporcional. La rapidez con que se pasó a un aprendizaje a distancia también dejó al descubierto la fractura digital que persiste en términos de conectividad, infraestructura y capacidad para utilizar la tecnología, así como las desigualdades que existen en otros servicios, tales como el acceso a la electricidad, algo que limita las oportunidades de aprendizaje.
La alfabetización es un derecho humano fundamental y, a la vez, el cimiento del aprendizaje a lo largo de toda la vida, la base para mejorar el bienestar y los medios de subsistencia. Requiere de medidas y esfuerzos permanentes, focalizados y sólidos desarrollados constantes.
¿Cómo aprenden los niños y niñas? ¿Utilizamos el método adecuado en escuelas y colegios? De acuerdo a un informe del
Instituto de Estadística de la UNESCO, la mitad de los jóvenes de Latinoamérica no posee los niveles suficientes de capacidad lectora al momento de concluir la Educación Secundaria. En Argentina existe un programa de enseñanza cuyo punto de partida es la relación entre letras y sonidos, destinado a chicos con dislexia.
“Hoy nos damos cuenta que existe un déficit de comprensión lectora en jóvenes. ¿Por qué no apoyarse en lo que dice la ciencia para mejorarlo? Tenemos carencias en alumnos universitarios y eso se debe a cómo aprendieron a leer. Por eso es importante ir a las bases”, afirma Clara Zavalía, cofundadora de
Aprendo Leyendo, que brinda la posibilidad de ejercitar la capacidad lectora necesaria para aprender, crecer y asegurar un desarrollo pleno de sus capacidades.
El concepto ha evolucionado con el paso de los años. La idea tradicional que lo limitaba al aprendizaje de la lectura, la escritura y las nociones básicas de cálculo todavía se utiliza ampliamente, así como el concepto de alfabetización funcional, que lo vincula con el desarrollo socioeconómico. Pero han surgido otras modalidades de alfabetización con el fin de abordar las distintas necesidades de aprendizaje de las personas en las sociedades del conocimiento, enfrascadas en el proceso de mundialización.
El Día Internacional de la Alfabetización se celebra este año bajo el lema de
“La alfabetización en la era digital”. Las tecnologías digitales están cambiando a un ritmo cada vez más creciente el modo en que las personas viven, trabajan, se instruyen y sociabilizan en todas partes del mundo. Dichas tecnologías ofrecen nuevas posibilidades a las personas para que mejoren en todos los aspectos de su vida, incluido en el acceso a la información; a la gestión de los conocimientos; a las redes, los servicios sociales, la producción industrial y las diversas modalidades de trabajo. No obstante, quienes carecen de acceso a las tecnologías digitales, a los conocimientos y a las habilidades y competencias necesarias para navegar por conducto de las redes pueden quedar marginados en el seno de sociedades cada vez más digitalizadas. La alfabetización es, en este sentido, una de estas competencias esenciales.
Para Paula Campos, coordinadora de
“Mateo, una propuesta de alfabetización para el aula”, muchos de los niños y niñas que ingresan al sistema educativo lo hacen con
“menos conocimientos” sobre lectura y escritura, por lo que es necesario que la escuela
“desarrolle andamios que se ajusten a sus saberes”. Su proyecto buscar dar respuesta a estas problemáticas mediante la utilización de un títere que aborda la planificación en Lengua y Ciencias.
“Los niños necesitan que el sistema educativo incorpore sus saberes, su cultura y su idioma para lograr un aprendizaje significativo”, asegura.
Este año se examinará de qué manera la alfabetización puede contribuir a construir cimientos sólidos para una recuperación basada en el ser humano, haciendo hincapié en las interacciones entre la alfabetización y las competencias digitales que necesitan los jóvenes y adultos no alfabetizados. Asimismo, sacará provecho de los factores que propician que la alfabetización se base en la tecnología inclusiva y útil, para que nadie quede rezagado. De este modo, este día representa una oportunidad para repensar el futuro de la enseñanza y el aprendizaje en el ámbito de la alfabetización, en el contexto de la pandemia y más allá de esta.
¿Qué debe contemplar un buen proyecto de alfabetización?
“Centralmente debería contemplar una buena formación de docentes. Una formación en servicio, actualizada, adecuada a cada etapa, situada en la práctica. Una formación que reconozca a los niños y sus aprendizajes como el foco principal del quehacer educativo. Debería contemplar una perspectiva intercultural, atenta y respetuosa de las diferencias culturales y lingüísticas. Y para los pueblos originarios además una perspectiva bilingüe tal como lo establece la Constitución Nacional”, establece Verona Batiuk, especialista de la
OEI.
Antecedentes
La Conferencia General de la UNESCO declaró el
8 de septiembre Día Internacional de la Alfabetización, durante su 14ª sesión celebrada el 26 de octubre de 1966, con el fin de recordar a la comunidad internacional la importancia de la alfabetización de las personas, las comunidades y las sociedades, así como de la necesidad de intensificar los esfuerzos para lograrlo. La alfabetización es un componente clave para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, dentro del marco de la Agenda 2030.
Los
Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), aprobados por los mandatarios mundiales en septiembre de 2015, promueven el acceso universal a una educación de calidad y oportunidades de aprendizaje a lo largo de la vida de las personas. En concreto, una de los metas del Objetivo nº 4 está dirigida a asegurar que todos los jóvenes aprendan a leer y escribir y tengan conocimientos básicos de aritmética, y que los adultos que carezcan de esos conocimientos tengan la oportunidad de adquirirlos.
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