La historia de Ana Frank es conocida a nivel mundial: una joven víctima del régimen nazi que debe refugiarse por más de dos años. Durante ese período escribe un diario íntimo dónde cuenta sus vivencias: las amistades, la intimidad, los sueños, los amores y sus frustraciones. 

Esta obra literaria es ejemplo para muchas personas, debido al valor educativo que posee en la sociedad.

Annalies Marie, su nombre real, nació en Alemania y recibió su diario como regalo de cumpleaños número 13. Ese 12 de junio de 1942 una vez que lo tuvo en sus manos escribió en la portada: “espero poder confiarte todo, como nunca he podido confiar en nadie, y espero que seas una gran fuente de consuelo y apoyo”. Menos de un mes después, un 6 de julio, debió refugiarse en el anexo secreto junto con su familia.

Pero no fue hasta un 25 de julio de 1947 que su padre, Otto, publicó en los Países Bajos el manuscrito de su hija bajo el título “Het Achterhuis” (La casa de atrás). El libro se tradujo a más de 70 idiomas y llegó a formar parte de las lecturas del currículo escolar como testimonio del Holocausto judío.

En el año 2009, a raíz del 80° aniversario del nacimiento de Ana Frank, abre sus puertas en Argentina el Centro Ana Frank, un espacio que pretende salvaguardar la memoria de la joven escritora. Su misión consiste en reflexionar sobre el perjuicio del antisemitismo, el racismo y la discriminación, resaltando los valores de la libertad y los derechos humanos.

Las diferentes propuestas que se realizan en el espacio ubicado en Superí 2647, en el barrio de Coghlan de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires,  apuntan a promover un aprendizaje basado en la “pedagogía de la esperanza”, concepto novedoso para nuestros tiempos.

“El Museo articula la historia de Ana con procesos como el Holocausto, el nazismo y otras dictaduras para desembocar en tópicos sobre cómo construir convivencia desde la diversidad. Los estudiantes logran identificarse porque es la figura de una joven con valores pro positivos que genera empatía”, explica su Director, Héctor Shalom.



Cada año cientos de escuelas realizan salidas educativas al Centro Ana Frank para profundizar los conocimientos sobre los hechos que sucedieron antes y durante la Segunda Guerra Mundial.

El espacio invita a la reflexión, partiendo de la vida de Ana en el contexto en el que vivió durante el nazismo y el Holocausto para luego invitarlos a recorrer una recreación escenográfica del Anexo Secreto, lugar en el que la familia Frank debió esconderse durante aquellos años. 

Pero no solamente la atención se centra en lo sucedido en Europa, sino que el Centro creó la sala “De la Dictadura a la Democracia. La vigencia de los Derechos Humanos”, sitio para reflexionar acerca de los mecanismos y procedimientos del nazismo que se vieron reflejados en la última Dictadura cívico-militar en nuestro país.

“Tenemos un gran trabajo con las escuelas y nuestro objetivo es poder transmitir, desde un lenguaje que les sea propio, los valores y el legado de Ana Frank, permitiendo que reflexionen con una mirada y una voz propia”, sostiene Victoria Penas, Coordinadora de Guías.

Para esto resulta muy importante el trabajo que realizan los guías voluntarios, jóvenes de entre 15 y 25 años cuya misión es lograr que los valores de Ana Frank sean comprendidos.

El concepto de educación entre pares dentro de la institución toma un rol protagónico y es consecuente con la temática que se aborda, ya que el Diario fue escrito por una joven, ¿y quién mejor que un par para transmitir su historia?

Brenda Russo, una de las guías del museo, nos comentó que nota que “hay mucha curiosidad” en los estudiantes cuando ingresan a la exhibición y que “necesitan conectar” algunos datos sueltos que tienen sobre la historia de Ana Frank y el ascenso de Hitler al poder.



“Se los ve concentrados durante el recorrido, más que nada porque pueden conectar con Ana, una niña de 13 años que tuvo que padecer el Holocausto, y que es una edad no muy diferente a la que ellos tienen”, explica.

El Museo Ana Frank en Argentina es el único en Latino América que cuenta con una réplica del reconocido Diario y una recreación escenográfica del escondite dónde estuvo oculta. La experiencia interactiva presencial también se combina con actividades que permiten, desde la escritura, generar prácticas de libertad.

Existen dos proyectos que desarrolla el Centro. La finalidad principal es que los jóvenes puedan plasmar, en diferentes textos, sus ideas sobre la vida de Ana, el nazismo, el Holocausto, la Dictadura Militar en Argentina los conflictos del pasado reciente, los Derechos Humanos, la diversidad y la convivencia.

El primero se trata de Proyecto Periódico, una propuesta de escritura grupal, destinada a alumnos de 6° y 7° grado de primarias, todos los años del nivel secundario, escuelas de educación especial y de adultos de todo el país.

Por ejemplo, allí estudiantes de la Escuela N°10 “Arquitecto Mario José Buschiazzo”, de CABA, tuvieron un espacio para poder contar la historia de Oscar Schindler, empresario alemán miembro del Partido Nazi, y de Irena Sendlerowa, enfermera y trabajadora social polaca, que arriesgaron sus vidas para proteger y salvar a miles de judíos de la muerte.

Además y en segundo lugar, llevan adelante un Concurso Literario en el que pueden participar con sus textos docentes y jóvenes de 13 a 25 años.

“Un valor muy importante en el que trabajamos es empoderar a los jóvenes para que hablen sobre las problemáticas de su realidad porque si ellos mismos no identifican las dificultades actuales, es muy difícil avanzar como sociedad. Hay que ponerlos al frente, para que transformen la sociedad ya que son quienes muchas veces sufren la discriminación o el odio”, expresa Penas.



La temática del texto de la Escuela N°10 es un ejemplo de lo que se busca dejar en la conciencia de quienes transitan el espacio del Centro Ana Frank: no solamente la Guerra fue un lugar dónde se sucedieron actos discriminatorios sino que también existieron personas que lograron proteger y resistir en un momento tan oscuro para la sociedad.

“Como tenemos una mirada pro positiva y no queremos que se vayan de acá pensando solamente en la crueldad del hombre, es que hacemos hincapié en los protectores. Lo que queda claro en la historia del Nazismo las imágenes de los agresores, los observadores pasivos y los protectores. Podemos trabajarlo en el aula: la burla o la agresión es un dato. Esto nos permite reflexionar sobre la cotidianeidad y buscar generar un mejor clima social”, explica Héctor Shalom.

Un aspecto que se destacó a lo largo de los más de 10 años que lleva el Centro Ana Frank aportando para generar un clima de inclusión y fortalecimiento educativo fue la creación de un Proyecto Nacional de empoderamiento de jóvenes y responsabilidad de pares durante el tiempo de pandemia. El objetivo consistió en la recuperación y retención de la mayor cantidad de alumnos de escuelas medias, siendo el abandono escolar adolescente una fuerte consecuencia durante el tiempo de encierro.

La propuesta incluyó a más de 100 escuelas de 4 provincias, que se formaron para que los estudiantes fueran protectores y pudieran empatizar, comunicar y ser referentes para otro compañero en situación de vulnerabilidad.

Según Shalom, este proyecto “resultó muy satisfactorio” porque generaron un esquema de “empoderamiento juvenil” que permitió concientizar sobre los impactos en el abandono escolar. “Tuvimos un doble efecto: el receptor fue un apoyo concreto y quiénes ayudaban sentían una trascendencia positiva al realizarlo”, sostiene.

El trabajo del Centro Ana Frank en Argentina y Latino América es de vital importancia para la pedagogía de la esperanza, a fin de que se comprenda, partiendo de una institución tan importante como la escuela, que es necesario empatizar con los demás y que no debemos convivir con lo diverso para tener una sociedad consciente de que, hechos como el Holocausto o la Dictadura cívico-militar, son situaciones que no deben volver a repetirse.