¿Cuáles son las cosas básicas que como padres se deben realizar para ayudar a los más chicos a interactuar de manera segura en el mundo digital? ¿Qué rol le asignamos a la escuela en la formación de las prácticas en internet? ¿Con los videojuegos se aprende? ¿Cómo hago para que no estén todo el día conectados? Estas y más son algunas de las preguntas que el director del equipo de investigación de Onapsis, Sebastián Bortnik, busca contestar en su libro
“Guía para la crianza en un mundo digital”, que forma parte de la colección “Educación que aprende” de la editorial Siglo Veintiuno.
A partir de su experiencia como educador y experto en seguridad informática, Sebastián genera una herramienta para conocer cómo funcionan diferentes términos que se inmiscuyeron, sin preguntar, en las familias: vamping, ciberbulling, sexting,
Grooming, phubbing, sharenting, FoMo o fake news, entre otras. Es que el mundo de hoy, donde la tecnología lo permea todo, es importante generar un acompañamiento a chicos y chicas desde temprana edad hasta la adolescencia por parte de madres, padres, docentes y profesionales de la salud.
“La problemática macro es que existen adultos analógicos educando a niños digitales. Es un tema de paradigma, de formación, de cercanía con la tecnología, de visión del mundo”, sostiene el autor.
Con la llegada de nuevas tecnologías, se discute el rol de las instituciones educativas en la necesidad de educar sobre buenos usos de internet teniendo en cuenta que los chicos y chicas son ciudadanos digitales, donde su vida analógica y digital están equiparadas.
“Internet es transversal a la vida de cualquier joven y por eso el rol de crianza sobre un uso responsable de los dispositivos tiene que ser muy fuerte”, señala Bortnik.
Intentar conseguir que internet sea un ambiente pulcro sin accidentes es imposible, pero en
“Guía para la crianza en un mundo digital” uno de los fundadores de la ONG Argentina Cibersegura plantea la creación de un espacio donde los riesgos estén controlados y existan una red de mecanismos educativos, sociales y legales para contener ese accidente. En ese sentido resalta la importancia de regulaciones que hace diez o quince años no existían, como la Ley de Delitos Informáticos, Ley de Grooming o el delito de tenencia de pornografía infantil, para mitigar acciones peligrosas a partir del rol activo del Estado.
Sebastián escribe el libro con la idea que sea una brújula para orientar la toma de decisiones desde el conocimiento y la reflexión a adultos que deben criar a las nuevas generaciones que crecieron con un dispositivo electrónico al alcance de la mano.
“Hay que pensar que se están formando ciudadanos digitales, pero se deben contar con las herramientas adecuadas para ello”, sostiene.
La premisa del libro es, como en diferentes aspectos de la crianza y la educación, generar vínculos a partir del diálogo y el encuentro con los más chicos. Se plantean diferentes alternativas o soluciones como la estimulación temprana, el compromiso individual respecto a diferentes hábitos, acuerdos con el sector educativo estatal y por parte de las empresas proveedoras de tecnologías que guíen nuevas y mejores prácticas en el mundo digital.
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