La única edificación presente en plena cordillera andina es una escuela dónde cada día cerca de 30 alumnos de nivel primario pueden socializar, jugar y aprender. Aldo Palacios llegó a la Escuela 4526 El Rosal, dentro de la localidad Rosario de Lerma, en la provincia de Salta, hace más de 27 años y logró revolucionar la institución educativa para que quienes concurren a ella.

El establecimiento de El Rosal es mucho más que una escuela, ya que es la segunda casa para mucho de los chicos porque pasan gran parte de su tiempo allí, los alberga y atiende en todas sus necesidades para que puedan cursar sus primeros estudios primarios.

“La educación es lo más lindo que tenemos para dar a alguien”, explica Aldo Palacios, docente y director de la Escuela 4526 El Rosal.

La escuela se ubica a 130 kilómetros de la capital salteña y concurren chicos entre 5 y 13 años a una primaria plurigrados. Además, alberga a once estudiantes que viven a más de diez kilómetros de distancia.



Al Rosal lo componen alrededor de 120 habitantes que viven en puestos alejados entre sí y se dedican a la cría de cabras y ovejas, y durante el verano siembran habas y arvejas. “Existe una economía de subsistencia, por lo que la escuela además de enseñar, contiene”, afirma su director.

Aldo llegó a la región de la Quebrada del Toro durante 1995, en un momento en el cual la escuela o estaba terminada y contaba con una clase, una vivienda para el docente y no tenía luz. Tras nueve años como docente en diferentes primarias de Salta, asumió el cargo de director con 33 años.

Las dificultades que existían no le impidió enfocarse en la posibilidad de un cambio que beneficie a los alumnos y su comunidad. Así fue que logró que la escuela cuente con dos viveros, una cocina solar y una estación de radio FM.

La dificultad en las comunicaciones fue lo primero a lo que se abocó. Logró instalar un equipo de radio para poder comunicarse con el hospital o algún médico en caso de emergencia. Actualmente conduce, junto a sus alumnos, la FM De las Nubes 89.9. Allí, los niños y niñas leen cuentos de literatura o recitan coplas. “La radio les permite identificarse en la comunidad”, explica.

También, un cambio importante en la trayectoria de la comunidad fue con la creación de un invernadero allá por 2001. Esto se debió a la mala alimentación que veía en sus alumnos. “Por las condiciones de la zona no comen frutas ni verduras”. Actualmente cosechan diferentes variedades de lechuga, tomate, remolacha y zanahoria. “Los alumnos no estaban acostumbrados a comer verduras, y gracias a la construcción del invernadero es una práctica que empezó a expandirse en la comunidad”.



Durante los próximos años, se dedicó a terminar la construcción de la escuela, dividiéndola en tres clases, mejorando el albergue y las instalaciones de gas y luz. Además, cuenta con un docente de Educación Física, Artística e Inglés que concurren una vez al mes a la escuela.

Además, por la falta de combustible decidió contactarse con técnicos de la Universidad Nacional de Salta y del Instituto Nacional de Energía No Convencional (INECO), que le facilitaron dos concentradores y un horno solar, que permite utilizar esa radiación para cocinar alimentos o calentar el agua.

Aldo es un convencido de la importancia que tiene un docente comprometido para el crecimiento de los niños y niñas. “Cada día tratamos de explicarle la importancia de seguir estudiando. La mayor felicidad como educador es que el alumno supere al maestro”, concluye.