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Sandra Torresi: “La evidencia sobre cómo aprendemos nos permite tomar decisiones educativas más acertadas”

Por: Mauro Rey  |  Martes 31 de Enero de 2023

La especialista en Neuroeducación nos cuenta sobre la importancia de tener modelos científicos validados para comprender como aprendemos.



Los datos de las Pruebas Aprender 2021 muestran que las 24 jurisdicciones argentinas tuvieron peores resultados respecto a la evaluación prepandemia. En Lengua hubo una caída de 19,3 puntos porcentuales (de 75,3% a 56%), y en Matemática, de 57,4% a 54,8%.


Aún teniendo una base de datos sobre cuál es el desempeño de nuestros estudiantes, solemos centrarnos poco en cuáles son las herramientas más eficaces para que resuelvan adecuadamente un problema.

Para Sandra Torresi, Licenciada en Educación y Psicopedagoga, es de importantísimo valor entender cuáles son los “aspectos clave” de la enseñanza en las diferentes edades, para así “diseñar mejores estrategias de intervención”.

La vicepresidenta de la Asociación Iberoamericana de Neuroeducación sostiene que su pasión y vocación se debe a la búsqueda incesante de encontrar una mirada diferente que le permita entender cómo se podía mejorar una propuesta pedagógica, cuáles eran las formas de enseñar o de generar ambientes de aprendizaje más eficaces.

Educrear (EC): ¿Qué se sabe sobre cómo aprendemos?

Sandra Torresi (ST): En realidad tenemos muy poco claro cómo se aprende en todas las edades. La falta de conocimientos científicos no nos permite crear mejores estrategias de intervención, entendiendo que es una lógica que organiza métodos, recursos y técnicas para llegar a un objetivo. El objetivo de todo docente es que otro aprenda y para lograrlo necesitamos marcos sólidos.



EC: Pero hay algunas cuestiones que sí sabemos…

ST: Existe un acuerdo internacional sobre cuáles son las variables más importantes en el proceso de alfabetización. Tenemos noción que desde temprana edad debemos cuidar el desarrollo de habilidades numéricas o sociales, pero no lo aprovechamos.

EC: Con un sistema educativo tan variado, ¿esas metodologías pueden aplicarse en cualquier contexto?

ST: Totalmente. No tiene que ver con la infraestructura o con una plataforma determinada, sino con el conocimiento profundo que tiene el educador sobre cómo un estudiante aprende en todos los niveles. La evidencia científica más la experiencia del profesor, la necesidad de los estudiantes y el contexto, nos permiten tomar decisiones educativas ajustadas a los intereses de los alumnos.

Las investigaciones de la Neurociencia tienen cada vez más importancia en el mundo docente, dado que esta disciplina permite dilucidar cómo aprende, recuerda y olvida el cerebro, procesos básicos en el proceso de enseñanza-aprendizaje. “Se vincula con la neurociencia cognitiva, las Ciencias de la Educación y las ciencias cognitivas”, detalla la especialista en diagnóstico y tratamiento de las dificultades de aprendizaje.

EC: También sucede que sin métodos adecuados no podamos originar espacios realmente inclusivos…

ST: Muchas veces hablamos de inclusión sin tener en claro cómo comprenden los adolescentes o los estudiantes de nivel superior. Es difícil sostener que enseñamos para la diversidad o en aulas heterogéneas porque no comprendemos su particular forma de aprender. Es necesario apuntar a la existencia de una integración a partir de buenas traducciones del conocimiento. La mirada sobre cómo se enseña cambia si evalúo al estudiante, genero investigaciones y entreno al profesorado.



EC: En Argentina, ¿qué sabemos sobre cómo enseñar?

ST: La mayor parte de lo que hacemos tiene que ver con investigaciones del exterior, pero se está trabajando para profundizar sobre procesos de alfabetización, temas cognitivos/afectivos o cuestiones numéricas, como la ansiedad matemática.

EC: ¿Qué es la “ansiedad matemática”?

ST: Se trata de una tensión muy fuerte e inhabilitante para quién lo padece. Esto se da cuando hay que trabajar con números, y no solamente en el contexto escolar. Lo padecen tanto niños como adolescentes o adultos. En los más pequeños se suele manifestar a nivel fisiológico (enrojecimiento, palpitaciones, taquicardias, sudoración, etc.) Este problema los lleva a tener un bajo rendimiento en Matemáticas porque sienten que no lo logran.

Es necesario poner en contexto que nos referimos a una de las materias con mayor carga horaria durante los 12 años de escolaridad obligatoria. Tengamos en cuenta que según las Pruebas Aprender del año pasado, los estudiantes evidenciaron una baja en el rendimiento en Matemáticas y que, según datos del 2019, un 72% llega al último año por debajo de los niveles deseados de conocimiento en ese ámbito. Estamos frente a un problema que es necesario abordar de forma urgente.

EC: Para entender un poco mejor, ¿cuál es el valor de las matemáticas?

ST: En principio es fundamental porque necesariamente está en todos lados y nos permite resolver situaciones de la vida cotidiana. Por eso no tenemos que sentir que hablamos de algo inaccesible, que tenemos que evitar o que no tenemos capacidad. Hay muchos estudiantes que deciden sus carreras universitarias basados en la representación que tienen sobre su capacidad para resolver problemas numéricos. Eso no debería ser así. Tenemos que garantizar que todos nuestros estudiantes aprendan y detectar quiénes tienen un tipo de dificultad específica para desarrollar estrategias adecuadas.



EC: ¿Lo que está fallando es el proceso de enseñanza?

ST: Sí. Tenemos que mejorar aspectos como la formación docente y las características curriculares. Creo que nos quedamos con algunos modelos de enseñanza que no son efectivos y los resultados nos muestran que algo tenemos que hacer. 

EC: ¿Qué nos marcan las investigaciones al respecto?

ST: Hace algunos años suponíamos que los estudiantes iban a aprender la parte más abstracta del número cuando tenían 6 o 7 años, ahora sabemos que nacemos con la predisposición para desarrollar habilidades numéricas, hablamos de un innatismo. Tenemos que fortalecer a las familias para que entiendan que es necesario promover la presencia del número en el ambiente familiar. El manejo cotidiano de lo numérico impacta en el desarrollo de la matemática posterior.

EC: Aún teniendo datos sobre cuáles son los mejores modelos para enseñar, muchos estudiantes rechazan la matemática…

ST: Seguramente la experiencia durante su escolaridad no fue realmente positiva. Tenemos que cuestionarnos que hicimos para qué nuestros estudiantes se alejen de aquello que debería serles mucho más cercano. Para ello tenemos que relacionarla con cuestiones de la vida real: la música, la literatura o la arquitectura, por ejemplo-. 

EC: ¿Hubo intentos por cambiar lo que se estaba realizando?

ST: En los últimos 30 años se intentó romper con la matemática procedimental, dónde todo se daba por repetición, para generar instancias dónde se comprendiera qué era un número o qué entiendo cuando hablo de cuatrocientos. De cualquier manera, esto tampoco dio buenos resultados porque no hubo un estudio profundo y se implementó cometiendo muchísimos errores sobre cosas propias que la didáctica no promovía. No necesitamos poder entender una situación y poder simbolizar ese texto, poder traducirlo simbólicamente. Si se logra, entonces es que sé sumar, restar o hacer un cálculo combinado. 

 

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