Durante el transcurso de la pandemia sucedió algo inédito en Argentina: se creó una Dirección Nacional que muestra el trabajo que se realizan en cooperativas y centros comunitarios a lo largo y ancho del país. El objetivo fue
“relevar las experiencias educativas” de gestión social para
“producir insumos destinados al diseño e implementación de políticas públicas que permitan su fortalecimiento”.
La necesidad de poner en valor, otorgarle mayor visibilidad y vincular las experiencias comunitarias y cooperativas en todo el país es la tarea que tiene a cargo Natalia Peluso como
Directora de Experiencias de Educación Cooperativa y Comunitaria del Ministerio de Educación nacional.
En una nota con
Educrear presenta su visión sobre el rol de los centros de gestión social, las problemáticas que se evidenciaron durante la pandemia y las soluciones que deben pensarse para el futuro.
Educrear (EC): ¿Cuál es el valor de la educación comunitaria y cooperativa en Argentina?
Natalia Peluso (NP): Tiene que ver un poco con complementar las trayectorias educativas de un montón de chicas y chicos que vienen de barrios populares dónde el Estado no llega a dar las respuestas que tiene que dar. Hay un potencial enorme en estos formatos pedagógicos que abarcan desde la primera infancia hasta jóvenes y adultos de formación profesional.
EC: Siendo un espacio que permite fortalecer la educación, ¿cómo fue afectado por la pandemia?
NP: Fue un impacto tremendo, más teniendo en cuenta el poco reconocimiento que se brindó durante la gestión anterior a las experiencias comunitarias. A pesar de esa falta de acompañamiento es un sector que se organizó y salió a dar respuestas.
EC: ¿Cómo cuáles?
NP: Hubo redes de apoyo escolar virtual, acompañamiento con alimentos a chicos y chicas y conectividad, por ejemplo. Cumplieron un rol central en el territorio durante este año y medio de no presencialidad escolar.
EC: ¿Cómo ves al sistema educativo en la actualidad?
NP: Creo que la escuela tradicional se fue cerrando sobre sí misma y no es muy permeable a la comunidad con todo lo que eso incluye cómo son las experiencias comunitarias o las interpelaciones de las familias.
EC: ¿Hubo un replanteo durante este año y medio?
NP: Me parece que la pandemia puso en evidencia que la escuela sola no puede, que necesita del afuera para sostener las trayectorias educativas y que los pibes y pibas que se fueron del sistema puedan volver. En eso, la educación comunitaria, como es muy de poner el cuerpo, cumple un rol fundamental. Este tiempo nos ayudó a tejer redes entre la escuela y el afuera.
Desde la Dirección de Educación Comunitaria y Cooperativa que encabeza Peluso se llevan adelante dos proyectos que complementan al Plan Federal Juana Manso, las Becas Progresar y el Programa Acompañar. Se trata, en primer lugar, del Programa de Fortalecimiento a la Educación Comunitaria, Cooperativa y de Gestión Social que incluye formación pedagógica, elaboración de materiales y mejoras en las condiciones de equipamiento.
Además, llevan adelante la Red Nacional de Acompañamiento que tiene como objetivo promover la apertura de aulas de apoyo educativo en espacios comunitarios, destinadas a fortalecer las trayectorias educativas de los y las estudiantes de todo el país, por fuera del horario laboral.
EC: Teniendo en cuenta que los docentes tuvieron que diversificar las formas de enseñanza durante el tiempo de pandemia, ¿qué rol terminan ocupando?
NP: Los docentes realizaron un trabajo enorme en este tiempo y tuvieron que adaptarse a la situación que sucedió. Es obvio que no estábamos preparados tanto como quisiéramos para enfrentar la situación de virtualización. Lo que me parece es que hubo un desborde respecto de cómo trabajar con los chicos que no responden a las propuestas de enseñanza virtual, ya sea por falta de conectividad, de aparatos electrónicos o lo que fuera.
EC: La clase pasó a ser un bien anhelado por todos…
NP: Quedó claro que la escuela es otra cosa más allá de la clase y la enseñanza, lo que fomenta es el vínculo y eso se torna difícil de reconstruir si no estamos presentes.
EC: ¿Cuáles son los cambios que deberían implementarse en el sistema educativo para alcanzar la excelencia?
NP: Hay formatos escolares que se pusieron en discusión durante este tiempo, sumado a la lógica tradicional que compartimentar las disciplinas ya no es la idea que tienen los pibes y las pibas de acceder al conocimiento. La escuela tiene que ser ese lugar que abre puertas para experimentar y que no todo termine siendo internet o Google. Estamos en el momento justo para decir que la escuela que conocíamos ya no alcanza porque el mundo en el que vivíamos ya no es el mismo y las necesidades de los estudiantes no son las mismas.
EC: Pensando en el momento que termine la pandemia, ¿qué experiencias pueden rescatarse como beneficiosas?
NP: En lo que tiene que ver con la escuela secundaria y el nivel superior la presencialidad no es 100% condición de aprendizaje. Se puede aprender sin estar presente, se puede llegar a una forma híbrida de enseñanza. En la primaria es distinto porque se necesita la sociabilización y crear vínculos. Hay un montón de cosas que incorporó la pandemia como la creatividad y el uso de la tecnología que son centrales para pensar la escuela que queremos.
EC: Por último, ¿cómo se recupera todo lo perdido durante este año y medio?
NP: En términos de contenidos va a ser un trabajo muy grande de parte de los docentes en cómo pensar propuestas pedagógicas para los años subsiguientes. Quienes más estuvieron perjudicados son los chicos de sectores populares porque hay algo del contenido que te independiza. También desde el Ministerio de Educación se trabajan distintos planes para que el impacto sea el menor posible.
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