Narda Lepes es una de las chefs más reconocidas en Argentina y abanderada del movimiento de alimentación saludable. Inteligente, logró mantenerse siempre a la vanguardia y generan proyectos que permitan una revolución social en el ámbito alimenticio.
Sus propuestas la llevaron a ser la ganadora del
Latin American´s Best Female Chef Awards 2020. El jurado destacó su liderazgo e influencia en los cocineros más jóvenes, como así también el uso de plantas y verduras en los platos que propone.
“Tenemos que comer más vegetales”, expresó cuando le entregar el título.
Educrear (EC): ¿Cuál es la importancia de la educación alimentaria?
Narda Lepes (NL): Las consecuencias de no tener información ni saber están a la vista. Es algo tan importante como saber leer y escribir. Por algún lado hay que empezar, y entre los 7 y los 11 es cuando uno está abierto a escuchar y entender el mundo de otra manera. Lo que tienen que aprender sobre COMIDA: qué es y qué no es, de dónde viene, cómo la como, qué parte, en qué momento y cómo se produce. Si no incorporamos estos saberes vamos a seguir siendo consumidores zombies.
EC: Con la cuarentena la gente se lanzó a producir y vender sus propios productos, ¿qué mirada tenés al respecto?
NL: En la parte romántica, de estar todos juntos y cocinar un poco más, fue beneficioso. Después, la parte económica golpeó e hizo que las familias bajen el nivel de calidad de los productos que consumía porque los ultras procesados son más baratos. Si seguimos alimentando un sistema que por razones económicas no lo podés frenar y enferma a la sociedad, no te sirve.
EC: ¿Y las redes sociales influyen en los hábitos alimenticios?
NL: Tienen una parte buena y otra mala. El problema es que no hay regulación. La importancia de la Ley de Etiquetado, que quieren sacar totalmente lavada, era que no se pueda decir cualquier cosa porque existen un montón de campañas encubiertas.
EC: ¿Qué rol juegan los padres en la conducta alimentaria de los chicos y chicas?
NL: También son víctimas porque fueron niños que comieron la misma porquería que estamos comiendo todos ahora. Tiene que existir una regulación en el etiquetado, en la comunicación, en los sistemas de producción. El sistema es lo que no funciona y las víctimas directas son los
niños.
Narda integra la
Asociación de Cocineros y Empresario Ligados a la Gastronomía Argentina (A.C.E.L.G.A). Es impulsora del proyecto de ley de etiquetado frontal de alimentos que está en debate en el Congreso Nacional, que pretende colocar de forma visible y clara el contenido de sodio, azúcares, grasas y calorías en los productos. En un momento donde el marketing en torno a los alimentos es gigante, Lepes asegura que las palabras tienen un peso y que el cambio en la semántica beneficia en la elección de las comidas.
“La palabra comida chatarra hasta tiene algo positivo, te divierte un poco. Es ultra procesado. La nomenclatura pesa un montón”.
EC: ¿Desde qué lugar interviene el Estado?
NL: Cuando no podés elegir porque te falta información, ahí es cuando interviene. Existe un problema que es el no haberle dicho a la gente lo que no era saludable. Se necesitan guías claras que ayuden a la nomenclatura. Es el sistema lo que hay que componer. Cada vez que compras, votas.
EC: ¿Hay problemas en la calidad de alimentos que se producen en el país?
NL: Una cosa es lo que se produce y otra lo que se consume. Nuestro principal problema es que ingerimos muchísima harina, papas e hidratos, lo que genera que dejemos que comer otras cosas. Lo bueno es que todavía tenemos verdulerías porque en otros lugares del mundo tienen que ir a comprar al supermercado. La calidad de los vegetales y de la tierra es buena, crecen las cosas. Ahora, lo que tenemos que hacer es que duren.
En marzo se lanzó el programa
“Alimentos con Valor”, una iniciativa del Ministerio de Desarrollo Productivo que ofrece capacitación y asistencia técnica a emprendedores elaboradores de alimentos para que puedan integrarse en la cadena de valor y mejorar la comercialización de sus productos. Narda fue una de las impulsoras del proyecto y quién forma parte de la iniciativa junto a la asociación civil que preside, Nilus.
“Noté que mucha gente empezó a vender comida durante la cuarentena y que podía generarse algún problema bromatológico en eso”, explica la cocinera.
El programa apunta a que pequeños emprendedores se capaciten en buenas prácticas alimenticias, manipulación y rotulado de alimentos, acompañamiento y asistencia técnica en la elaboración de productos, asesoramiento en el registro de productos alimenticios, vinculación con potenciales compradores y articulación con pares.
EC: ¿Qué importancia le das a la soberanía alimentaria?
NL: Ya no sé qué quiere decir. Hay ciertas cuestiones que tienen un costado académico, que está buenísimo, pero que es difícil machacarlo. ¿Cómo va a entender que es soberanía alimentaria si no sabés como se produce? Tenemos que hablar de mil cosas antes.
EC: ¿Qué vislumbrás para el futuro?
NL: No podés dejar al azar la educación de los niños. Tiene que haber gente que piense qué contenidos van para cada edad. Hay que armar algo serio. No soy la más optimista del mundo, pero sí sostengo que la falta de inocencia que tienen ahora para algo les va a servir.
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