Luego de un tiempo de aislamiento comenzamos a sufrir por ciertas cosas por las que al principio no nos preocupábamos. En el momento que necesité el auto para salir después de los primeros 15 días de encierro, en Marzo del año pasado, descubrí que no arrancaba. ¡Me quería morir! No tuve en cuenta que necesitaba darle arranque una vez por semana para mantener la batería y que no se rompiera el alternador, algo tan indispensable para un automóvil como la educación lo es para un país. Cuando la Educación o el Generador eléctrico tienen problemas, se dificulta el arranque, no se ilumina y no se avanza.
El alternador es una máquina cuya función es generar energía eléctrica a partir de energía mecánica, normalmente generada por mecanismos de arrastre como puede ser un motor de combustión interna. Esa energía es necesaria para alimentar cualquier sistema de a bordo del vehículo, cargar la batería, usar las luces o la alarma. La educación es una máquina social cuya función es generar la capacidad intelectual, proveer conocimiento, valores, habilidades y todo aquello que nos caracteriza como seres humanos integrantes de una comunidad y de un país. Este “artefacto” normalmente funciona por el arrastre de la increíble energía que generan los docentes y permite que sea mucho más fácil la vida a bordo.
La corriente eléctrica obtenida desde un alternador no necesita de sistemas de regulación de intensidad, pero sí de un dispositivo de regulación del voltaje y de rectificación, ya que la corriente empleada por los sistemas es normalmente continua, obtenida desde una batería que necesita ser regulada. La pandemia nos llevó a un cambio en el sistema generando así que la educación presencial no fuera continua y por lo tanto, los docentes, encargados de generar la energía para que esta máquina social funcionara a la distancia, presentaron distintas “intensidades". Como en el alternador, tampoco se necesitó un regulador de intensidades porque los docentes demostraron vocación y compromiso desde la primera ignición. La dificultad estuvo en la máquina social: no es moderna, por lo tanto la energía no llegó a aquellos que lo necesitaban, no fue continua y la tecnología e innovación imprescindibles no estaban al alcance de todos en el sistema educativo.
La función del regulador de voltaje y de rectificación que tiene el alternador es recargar la batería, regular y mantener el voltaje. La escuela es la batería, los docentes son los generadores. ¿Quién o quiénes son el regulador de voltaje para que se pueda ajustar y garantizar la continuidad pedagógica? Es muy sencillo diagnosticar el problema en el alternador si no anda, es fácil individualizar al regulador del voltaje y sus inconvenientes, se necesita un multímetro y conocimiento en electricidad. En el plano de la educación, me parece que la identificación del problema no es tan sencilla, existen varios reguladores de voltajes en este sistema, muchos se encuentran obsoletos para esta actualidad, otros mal conectados y algunos directamente no funcionan. Pensamos que también varios de los electricistas con multímetros son domiciliarios, desconocen del tema específico y les falta estar más cerca de la práctica. ...
Ahora no podemos detenernos ahí, el problema de la educación en pandemia dejó a muchos en el camino, pero estas dificultades ya venían con muchos “dueños” anteriores, ya que la máquina no es del primer dueño, sino que pasó por varias manos. Varios se creían mecánicos y no sabían levantar el capot. Es el momento que nos pongamos de acuerdo entre los electricistas domiciliarios, los del automóvil y quienes sabemos levantar el capot y podamos llegar a un diagnóstico de los distintos problemas que presenta el sistema educativo. Necesitamos formar un equipo de competición, un equipo de Fórmula Uno, pero no con una única butaca sino más bien para un colectivo moderno, con lugares disponible para todos, que funcione a combustión interna garantizando que no va a contaminar, que utilice energías alternativas, que siempre se pueda incorporar tecnología y permita buscar a aquellos que quedaron en el camino ayer y hoy para arrancar como sociedad.
Otras notas de esta sección