La llegada del
Diplomado en Gestión Educativa en la
UTN a su cargo se dio previo a uno de los momentos más impactantes en los últimos años para la educación:
la pandemia.
Con docentes buscando alternativas para brindar clases virtuales, estudiantes sin conectividad y un contexto cambiante, el sistema educativo se transformó en un laboratorio de innovación para sostener a los diferentes actores del sistema en las mejores condiciones posibles. Allí se puso el foco en intervenir en que los estudiantes accedieran a los contenidos pedagógicos, en ampliar la infraestructura digital, en acompañar a los pedagogos para la capacitación de herramientas digitales, en apoyar la inclusión educativa y garantizar la continuidad pedagógica durante un ciclo escolar irregular.
Según
Argentinos por la Educación -una iniciativa de la sociedad civil- en el 2020 Mendoza contaba con 134.279 estudiantes secundarios en escuelas de gestión estatal y tuvo la tasa de abandono nacional más baja del país con un 0,5%.
Desde un primer momento, la
Dirección General de Escuelas (DGE) profundizó un sistema nominal de seguimiento de las trayectorias educativas que venía de gestiones anteriores, incluso realizó un trabajo de apertura de escuelas desde noviembre del primer año pandémico lo que permitió que el 2022 comenzará con 12 mil alumnos más dentro del sistema.
“No quiere decir que no haya deserción, sino que fue menos que otros años. La pandemia nos obligó a entender que es necesario hablar de trayectorias educativas reales”, sostiene
Thomas.
Educrear (EC): Los dos años anteriores fueron complicados,
¿qué herramientas destacaron en ese tiempo?
José Thomas (JT): En términos pedagógicos la tecnología vino para sumar, si sabemos usarla, pero nos mostró de forma cruda la gran diferencia que existe en Argentina con respecto a la conectividad. El derecho a la educación tecnológica se resuelve mediante políticas públicas, entendiendo que un dispositivo por estudiante es beneficioso si el docente está capacitado y existe una intención pedagógica en el uso de los dispositivos. Además, para estudiantes secundarios en los últimos años la posibilidad de implementar la modalidad híbrida es algo fundamental.
EC: También estos años mostraron un desgaste en los docentes…
JT: El fin de año muestra la carga emocional y el cansancio en grandes y chicos. Debido a que vemos que la demanda por apoyo emocional creció, estamos preparando para el año que viene un programa para el manejo de las emociones, en directivos primero y docentes luego.
Los años de virtualidad o intermitencia generaron un desgaste altísimo en quienes dictaban clases. El zoom exacerbó la ansiedad y la frustración, ya que no tener horarios y compatibilizarlo lo pedagógico con lo doméstico generó un agotamiento aún mayor. No poder trabajar con los alumnos en el aula física, la falta de contacto
"real" con sus pares (tan importante en cualquier trabajo, pero particularmente para los maestros y profesores), el hecho de que muchos chicos apagaban las cámaras o no se conectaban (por diversas causas) fueron situaciones diarias que provocaron malestar.
EC: ¿En qué situaciones escolares impactó la pandemia?
JT: La escuela es una caja de resonancia de la sociedad, por eso cuando aumentó la pobreza, impactó directamente en el día a día de la escuela: la contención social y la demanda de los chicos en la institución son mayores.
Hace unos días atrás, la
Cámara de Diputados de la Provincia aprobó por unanimidad el
Plan Estratégico de Alfabetización de Mendoza (PEAM).
El objetivo fue garantizar derechos educativos básicos y declarar a la alfabetización como una política de Estado
Ya desde 2017 la provincia cuenta con un
Programa de Alfabetización basado en investigaciones científicas que brinda centralidad a la política educativa en torno al aprendizaje de lectura y escritura.
“Tiene que existir una ley que garantice el derecho a la alfabetización como un derecho a la educación”, sostiene el
Licenciado en Tecnologías Educativas de la Universidad Tecnológica Nacional, Facultad Regional.
EC: ¿Qué aspectos positivos posee la ley?
JT: Se incorporaron experiencias realizadas en la provincia -algunas más de cinco años de aplicación- junto a estudios internacionales que explican las metodologías que mejor funcionan para los primeros años de la alfabetización mecánica. Además, va a existir un presupuesto asignado a alfabetización que garantice que si los parámetros cuando un estudiante entre a tercer grado no son los correctos se despliegue un conjunto de políticas remediales que garanticen ese derecho.
EC: ¿Podría darnos datos sobre alfabetización en Mendoza?
JT: Es importante tener en cuenta que la educación tiene un fuerte componente contextual y que los primeros cuatro años de vida influyen fuertemente en la alfabetización posterior. Desde allí partimos que las alertas tienen que estar focalizadas, sabiendo que las metodologías pueden mejorarse. Los resultados del Censo de Fluidez Lectora (CFL) post pandemia fueron alarmantes, pero con información y políticas dirigidas pudimos sacar a más del 50% de los estudiantes de una situación crítica.
¿Qué es la fluidez lectora? Es la lectura que se realiza sin esfuerzo que facilita la comprensión de los textos mediante la pronunciación y entonación adecuada de las palabras. En Mendoza hace seis años se implementó un censo que permite medir las habilidades de los estudiantes para luego aplicar estrategias que mejoren las capacidades de aquellos que mostraron dificultades.
El último relevamiento mostró que, del ciclo lectivo 2021 al 2022, los estudiantes de 7º grado mejoraron un 6% en la cantidad de palabras leídas, y los chicos y chicas de primer año, 12%.
EC: Hubo una discusión sobre los dispositivos de medición estandarizados,
¿qué opinión tenés al respecto?
JT: Hablar sobre si un dispositivo es bueno o malo es el ejemplo de para qué uso el martillo. Lo que es importante es definir si técnicamente están bien hechos y saber para qué me sirve. Por ejemplo, PISA es de las herramientas más sólidas en el mundo para comparar la educación entre países. Allí hay dos formas de utilizar sus resultados: para generar un titular en el diario y decir que nada sirve o leer las 350 páginas de cada informe para entender cómo está tu jurisdicción y aplicar políticas focalizadas.
Tenemos que asegurarnos de tener muchas y diversas pruebas estandarizadas para así, con esa información, tener un reflejo de lo que ocurre en el sistema educativo y a partir de allí, establecer una política educativa seria.
EC: ¿Cuál es el sentido de la educación en la actualidad?
JT: La educación es la única garantía de que cada persona tenga un proyecto de vida, que lo pueda llevar adelante y que eso incida en una sociedad mejor. El conflicto entre lo particular y lo general que suscita esto lo resuelve un sistema educativo de 14 años que forma para la vida en sociedad. No podemos permitir que un estudiante termine de la escuela secundaria y se pregunte “¿ahora qué hago?”.
EC: ¿Se está cumpliendo ese primer objetivo de la educación?
JT: No porque no todos los chicos terminan en tiempo y forma la secundaria y quienes lo hacen no tienen las capacidades esperadas. Esto se complejiza cuando los proyectos de vida son tan variados en un contexto diferente al de hace varios años atrás. La exigencia que tiene la escuela es mucho más compleja que hace 100 años y para eso hace falta pensar un sistema de gestión -régimen académico, formato de secundaria, estudio superior, acreditación, etc.- que tenga que ver con este siglo.
Los datos que surgen del informe
“Desgranamiento y aprendizajes desiguales: las dos caras de la misma moneda”, del Observatorio de
Argentinos por la Educación, muestran que sólo 16 de cada 100 estudiantes que comienzan primer grado, llegan a finalizar el secundario en el tiempo teórico esperado y con conocimientos satisfactorios de Lengua y Matemática.
EC: Y a la escuela se le exige mucho más de lo que puede dar…
JT: No coincido en que se le exija demasiado, sino que se le pide mucho para las herramientas que se le brindan. Las instituciones educativas están para algo y tienen que lograrlo, si no cumplen tenemos que analizar qué sucede. Es necesario una sociedad dispuesta a poner la atención en que la política se cumpla. No veo un conjunto de políticas puestas a disposición de la escuela ni una masa crítica pidiendo por una educación en la que se garanticen derechos.
EC: En ese contexto,
¿hay una educación que forme para el trabajo?
JT: Tengo dudas de que la educación forme para el trabajo sobre todo porque no sabemos cuál va a ser ese trabajo. ¿Tenemos en claro, en Argentina, cuál será nuestra matriz productiva en 15 años? Entonces no le echemos la culpa a la escuela de que no forma para algo que no tenemos claro qué queremos. Ahora necesitamos una escuela más dinámica.
EC: En un año de elecciones,
¿cuáles son los próximos proyectos que tienen en mente?
JT: Venimos de dos años de pandemia, pero este fue de muchísimo crecimiento y nuevos proyectos. Creemos que para el próximo tenemos que consolidar cuestiones que están funcionando -y que comenzaron en la gestión anterior- para que el modelo de gestión sea más sólido.
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