Cuando ocurren eventos extraordinarios como el de la pandemia de 2020, uno no hace más que sorprenderse al inicio y esperar luego sin saber cómo evolucionarán las cosas o cual será el fin de esa etapa. Dicen los científicos que este tipo de hecho ocurre aproximadamente cada 100 años, pero en ocasiones anteriores, las pestes, se daban en sitios circunscriptos de la tierra en donde solo en ese sitio empezaba y terminaba la dificultad. Hoy, a causa de la globalización, por primera vez en la historia de la humanidad, 7.700 millones de personas en todo el mundo sufrimos los embates de un virus que si quisiéramos agarrarlo con nuestros dedos y matarlo no podríamos por lo pequeño que es.
La presencia del COVID 19 llevó a las familias a modificar los hábitos y rutinas. Los padres y madres que salían a trabajar diariamente, dejaron de hacerlo, para mudar sus labores a la casa, usando en general la computadora como medio para trabajar. Los niños dejaron de ir al
colegio, de visitar la plaza, los amigos, las actividades extraescolares y todo aquello que forma parte de la vida corriente. Todo se redujo a las cuatro paredes de la casa, teniendo como única ventana de salida al mundo los dispositivos electrónicos. En el caso de los adultos para trabajar y socializar, y en el caso de los nenes para estudiar y jugar. Claro que no todos los nenes pudieron hacer eso. Los más chicos, aquellos que tenían entonces 1, 2, 3 o 4 años, los niños de esa edad, no tiene la estructura mental para aprender así, los chiquitos aprenden por la experiencia, por la exposición a distintos estímulos y situaciones sociales que no eran accesibles entonces. Por un lado, no se podía hacer una vida normal y por el otro, los papas que estaban todo el tiempo en casa, se encontraban sumidos en sus actividades laborales, adaptándose a las nuevas formas de trabajo y llevando adelante el cuidado del hogar y los chicos, pero con poca disponibilidad para la estimulación. Una de las principales habilidades que aprende un nene en los primeros años de vida, es el lenguaje.
Esta función depende de la combinación de dos factores que tiene igual valía, por un lado, la condición biológica que traiga cada niño y por el otro, la estimulación que pueda proveerle el ambiente para que esa habilidad se desarrolle. Para que un niño hable, los adultos deben hablarle y compartir constantemente situaciones de interacción en la vida corriente, pero durante la pandemia, debido a las razones antes mencionadas, toda rutina y posibilidad de interacción se vieron reducidas y en general, la estimulación del ambiente se limitó, en muchos casos, a suministrar dispositivos electrónicos que sirviesen como entretenimiento y medio de estimulación para los niños.
Ciertamente, este recurso fue una solución para el momento, pero a la vez tuvo un efecto dañino a posteriori. Estudios previos, realizados en los últimos 10 años, avalan los efectos dañinos que produce el reemplazo de las relaciones interpersonales en el desarrollo de los niños por causa de la tecnología. El neurocientífico francés Michel Desmurget (2020), menciona que, en su país, las consultas por esta razón en el período 2010 a 2018
se incrementaron de 11.000 a 24.000 casos. El mismo, ha escrito un libro llamado
“La fábrica de cretinos digitales” en donde destaca los efectos nocivos de la tecnología en la infancia en relación con la comunicación y el lenguaje, la atención, el aprendizaje, la conducta y el sueño.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) desde 2018 prohibió el uso de
dispositivos electrónicos a menores de 5 años. Las circunstancias que nos obligó a vivir el aislamiento hizo que en muchos casos no se cumpliera esta indicación y hoy, retomando poco a poco la vida corriente, recibimos cada vez más consultas de niños con retraso en la adquisición del lenguaje o algún tipo de dificultad en la comunicación. Un fenómeno que ya venía ocurriendo en la pre pandemia, se agudizó en el último tiempo. Cada 10 pacientes de entre 2 y 3 años que recibimos en el servicio de Fonoaudiología del Hospital Austral,
más de la mitad presentan retrasos en la adquisición del lenguaje ocasionados por la hipoestimulación que sufrieron en pandemia. Otra parte de los niños evaluados corresponde a nenes entre 3 y 4 años que venían con alguna dificultad en el desarrollo del lenguaje y han visto retrasados los inicios de sus tratamientos un año o más, ocasionando un perjuicio en la evolución posterior.
Un factor que no colabora en el desarrollo del lenguaje en niños pequeños, es el uso de tapaboca por parte del adulto. Cuando un niño está comenzando a comprender y reproducir el lenguaje, la información que procesa es la que escucha y también la que ve, y lo que ve son las expresiones faciales y el movimiento de los labios que ayuda a identificar la posición de los sonidos cuando hablamos. Como adultos, muchos de nosotros hemos tenido la experiencia de sentir durante este periodo que teníamos que pedir que nos repitieran más de una vez las cosas al hablar con otros que usan tapabocas porque no entendíamos bien. Es que aproximadamente
15% de la información que comprendemos la interpretamos a través de la lectura labial, cuando estamos en un ambiente ruidoso, por ejemplo, miramos más la boca de quien nos habla para ayudarnos en la comprensión.
Estos datos que muestran un incremento pos pandemia de las consultas de niños con problemas de comunicación y lenguaje, contrasta con una realidad compleja, la merma de Fonoaudiólogos en muchos puntos del país. Desde hace varios años, decrece la cantidad de estudiantes de la carrera e inversamente sube la necesidad de mano de obra en todas las áreas de la profesión. Por esta razón un grupo de instituciones
ASALFA, AFALP, AFOCABA, FACAF, el colegio de Fonoaudiólogos de la Pcia. de Buenos Aires y el Servicio de Fonoaudiología del Hospital Universitario Austral nos hemos reunido para realizar una campaña de divulgación de la profesión. Está campaña tiene por objeto dar a conocer la carrera y mostrar el amplio abanico de áreas de trabajo que incluyen la audiología, que es la rama en la que se estudia el funcionamiento del oído, sus alteraciones y el uso de recursos para solucionar las dificultades auditivas. El área de la voz en donde se trabaja sobre la patología vocal pero también en áreas de prevención y de intervención con profesionales de la voz como cantantes y actores. El área fonoaestomatológica en donde la labor se centra en trabajar sobre los mecanismos de respiración, deglución y articulación y finalmente el área del comunicación y lenguaje en la cual el trabajo se enfoca en las ayudas para niños con dificultades en el desarrollo de la comunicación y el lenguaje, y en adultos que lo han perdido a causa de alguna alteración neurológica.
Es de esperar que, en próximo tiempo, más jóvenes se interesen por esta profesión tan completa e interesante y con rápida salida laboral.
Firman el artículo:
ASALFA
AFALP
AFOCABA
FACAF,
Colegio de Fonoaudiólogos de la Provincia de Buenos Aires
Servicio de Fonoaudiología del Hospital Universitario Austral.
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