Al sur de la provincia de Buenos Aires, en la localidad de Ingeniero White, se encuentra el polo petroquímico de Bahía Blanca compuesto por tres tipos de industrias: la petrolera, la petroquímica y la química.

Ubicado a unos escasos 10km del centro urbano bahiense, su importancia para el desarrollo productivo y laboral de la región es sin es dudas enormes. Estamos hablando que la contaminación que generan las empresas del lugar durante sus procesos de producción son un problema para la comunidad.

Frente a esta problemática, estudiantes de la Escuela de Educación Técnica (EEST) N°2 “Ing. César Cipolletti” realizaron un proyecto para monitorear los principales contaminantes en el aire en la zona.

La creación de un “sistema de monitoreo de la calidad del aire y sonoridad” obtuvo el primer puesto en la Regional Sur del concurso LOGO! de la Fundación Siemens, que premia la creatividad de los jóvenes de escuelas técnicas en automatización y los estimula a trabajar en grupo.

“La idea de nuestro proyecto surge como consecuencia de varios accidentes que ocurrieron en la parte industrial de nuestra ciudad. Estos tienen que ver con el escape a la atmósfera de contaminantes que se utilizan en el proceso productivo, que afectan la salud de la población de Ing. White y la zona, a su vez afectaría al medio ambiente”, explica Víctor Thome, docente a cargo del equipo.



Los estudiantes involucrados fueron Valentín Anizán, Stefano Cesca, Giaco Chisu y Nicole Odriozola, de la tecnicatura Electrónica.

Además de monitorear y definir la peligrosidad de los contaminantes en el ambiente como cloro, amoníaco y ruido. Se diseñó una alerta para las empresas, los organismos de control y las personas cercanas a la fuente de emisión con el objetivo de reducir problemas.

“Cuando alguno de los valores censados supera el límite permitido por la ley Medio Ambiental de la provincia de Buenos Aires, se envía un aviso mediante SMS a los servicios de emergencias (bomberos o defensa civil) para que actúen de forma inmediata”, detalla Thome.

Además, como los datos censados serán subidos a la nube, las empresas podrán contar con valores actualizados al instante, los que les posibilitará ubicar e identificar fuentes de emisión y situaciones que deriven en posibles accidentes.

Algunos de los tres tipos de contaminantes que se encuentran en el aire, producen grandes problemas en la población. El cloro, un compuesto altamente reactivo, provoca dificultad para respirar, inflamación y dolor de garganta, edema pulmonar, ardor en nariz, ojos, oídos, labios o lengua, hipotensión y alteración de latidos cardíacos, entre otros.



Con respecto a los efectos del amoníaco, un químico de un olor muy fuerte que se encuentra habitualmente en forma de gas incoloro, se observan dificultades para respirar, fiebre, ceguera temporal, pulso débil y acelerado, quemaduras graves y vómitos.

El ruido o sonido no deseado que abunda en espacios productivos como lo es un polo industrial, conocido como contaminación sonora, puede dejar secuelas como agitación respiratoria, aumento de la presión arterial, estrés, fatiga, depresión y trastornos del sueño.

“Una sobreexposición a contaminantes como el cloro y el amoniaco pueden provocar secuelas permanentes y en el peor de los casos la muerte. En cuanto al ruido o contaminación sonora, a largo plazo las personas expuestas con frecuencia podrían padecer hipoacusia”, detalla Víctor Thome.

Para reducir los efectos contaminantes del sonido, se instaló un sensor que mide la cantidad de decibeles en la zona. Hay que tener en cuenta que los valores máximos se presentan en dos horarios: el diurno (7 a 22hs) con 75 Db como valor umbral y el nocturno (22 a 7hs) con 65 dB como límite.

“Desde el comienzo tuvimos altas expectativas porque la problemática nos resultó innovadora lo cual hizo más interesante el desafío. Obtener el premio fue una felicidad enorme porque se vio reflejado todo el trabajo que realizamos”, concluye Thome.