Los materiales plásticos de todas formas y tamaños están presentes en nuestros mares y océanos, y pueden tardar más de 400 años en descomponerse. La mayoría de la basura marina proviene de lo que desechamos en la calle o desaguaderos. Pueden encontrarse plástico, telgopor, cartón, restos textiles y vidrios, entre otros. Los residuos producen efectos en el medio ambiente, la salud, la economía, la seguridad y la cultura. Estos, flotando en los ríos, son una preocupación constante para las poblaciones aledañas.

Para reducir su impacto ambiental, investigadores y estudiantes de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de la Plata (UNLP)  junto a la empresa franco-argentina Recyclamer Innovation desarrollaron un robot que remueve residuos e hidrocarburos en cuerpos de agua.

La novedad de esta creación es que se trata del primer robot solar autónomo fabricado en el país que puede utilizarse para relevar variables medioambientales.

“La idea surge desde la empresa que buscó un automatismo para resolver un problema. Su objetivo es poder largar el prototipo en algún puerto o superficie de agua, que quede trabajando y que pueda volver al mismo punto de inicio”, destaca Juan Rosendo, doctor en Ingeniería.

La “cáscara” o “cuerpo” ya estaba realizada cuando el equipo del Instituto de Investigaciones en Electrónica, Control y Procesamiento de Señales (LEICI-CONICET/UNLP) empezó a diseñar la automatización del sistema, incluyendo la electrónica de la arquitectura de hardware modular a bordo y la lógica de control necesaria para que el dispositivo tenga autonomía al realizar la recolección.



Hubo dos características que fueron necesarias al momento de diseñar el robot Geneseas, como lo bautizaron: un diseño modular -para que sea de fácil armado y que no esté atado a componentes específicos- y la versatilidad para sumar más funciones, como medir parámetros de calidad de agua.

“Las soluciones que brindamos tenían que ser lo suficientemente robustas para su realización. En primera instancia tuvimos que seleccionar los componentes, luego poder montarlos dentro del robot y, por último, integrar los algoritmos de control a la plataforma”, detalla Rosendo.

El robot, que mide dos metros por dos metros y medio, tiene la capacidad de limpiar residuos que flotan en la superficie del agua o que estén a 40cm de profundidad. Está equipado con una serie de sensores -entre ellos un GPS-, por ejemplo, sensores ultrasónicos que permite evitar obstáculos y una sonda para medir la calidad de la vertiente.

Al momento de realizar su trabajo la herramienta se comunica con una aplicación en la nube, dónde tiene definido dos puntos de la zona que se quiere limpiar, y, una vez que está allí, empieza con un barrido de la zona de trabajo. 



Geneseas vuelve a su punto original por dos motivos: si terminó de limpiar la zona o que el canasto que posee se llene antes de tiempo. En ese caso regresa para ser vaciado y luego continuar con su trabajo.

“Además posee dos particularidades: una turbina que permite generar un efecto succión y utilizarlo como boya estacionaria. También posee paneles solares que, junto con la carga eléctrica, nos permite ampliar su autonomía”, nos explica el doctor en Ingeniería.

El proyecto, que se concretó a través de un convenio entre la UNLP, el CONICET y la empresa Recyclamer Pampa Argentina, permitió que el grupo integrado por Rosendo, el investigador CONICET Fabricio Garelli y un grupo de estudiantes-becarios utilice equipamiento de última tecnología.

“Es un orgullo poder realizar este tipo de innovación porque brinda múltiples oportunidades: para los investigadores que nos volcamos a resolver problemas es la posibilidad de realizarlas en un proyecto real; para la empresa es posible obtener una solución que de otro modo no podría. Y para los estudiantes, representa una manera que puedan realizar sus prácticas profesionalizantes o trabajos finales al mismo tiempo que se relacionan con tecnología de punta”, concluye Rosendo.