A partir de una necesidad, se generó un Proyecto. Corría el año 2018 en la
Escuela de Educación Técnica Profesional N°456 “Hipólito Yrigoyen” de la ciudad de Gálvez, (provincia de Santa Fe, Argentina), cuando un grupo de alumnos decidieron buscar una solución para las intensas inundaciones que sufría el patio del Establecimiento. Así fue que junto a Mariela Guadagnoli, docente del Taller de Construcciones, propusieron fabricar adoquines con materiales de descarte que estaban en el “Punto Limpio”, un espacio en donde los estudiantes dejaban los desechos generados en los recreos.
Durante la realización del Proyecto los alumnos se entrevistaron con una Cooperativa de Reciclado de la comunidad y a través de ellos, conocieron la posibilidad de utilizar el Poliestireno expandido (Telgopor) como materia prima para producir los adoquines. Esta característica los vuelve más fáciles de transportar, versátiles en su instalación y les permite soportar un tránsito liviano de hasta 4800 kilos.
Ese mismo año se logró solucionar el problema de las inundaciones en el patio de la escuela, pero los y las estudiantes junto a la Profe Mariela quisieron ir por más. En el Municipio de Gálvez existe una ordenanza que indica que estos materiales se utilizan en áreas comerciales de la ciudad:
“Los adoquines pueden pensarse para las veredas de nuestra comunidad tranquilamente, resuelven problemas hídricos al ser absorbentes y según algunos cálculos que realizamos, su fabricación costaría un cuarto de valor de los adoquines que se utilizan actualmente en el mercado”, explica la Profe Mariela.
Durante el 2019 participaron de ConcurSOL, un Proyecto del
CONICET para crear equipos de uso social que funcionen con energía renovables. Esta experiencia los ayudó a desarrollar y mejorar la nueva versión de los adoquines, ahora estos permiten que los contaminantes se depositen en la superficie y a través de fotocatálisis, generen una reacción que al contacto con el sol, son eliminados. Se trata de una innovación poco utilizada a nivel mundial. Este Proyecto innovador, que tiene incidencia positiva en su comunidad, les posibilitó ser reconocidos en varias partes del planeta. Así fue que Fundación Varkey seleccionó a Mariela Guadagnoli como una de las finalistas para el Global Teacher Prize 2020. La visibilidad que le dio esta nominación les permite seguir creciendo generando una red.
“Estamos considerando realizar cursos para que la experiencia pueda replicarse debido a que el problema del telgopor es de todos. Lo que aprendemos en la escuela no apunta a una nota sino a cambiar el mundo”, explicó la docente argentina.
En estos momentos el objetivo pasa por la creación de una Cooperativa que genere trabajo a los alumnos que no pueden continuar sus estudios y así, producir bajo la ordenanza municipal. También desde la Escuela N°456 “Hipólito Yrigoyen” se está diseñando una Campaña de Recolección del telgopor para que los vecinos sean quienes hagan una separación del residuo sólido urbano, ya que en la actualidad la basura va a un contenedor oso.
Adaptarse en tiempo de pandemia
En un año donde el COVID-19 imposibilitó que las escuelas dicten clases de forma presencial. Son aquellas de educación técnicas las que se encuentran en una situación de mayor vulnerabilidad debido a que la virtualidad desfavorece la incorporación de conocimientos prácticos.
“El contexto nos llevó a replantear lo que hacíamos, las habilidades y las competencias que deben tener nuestros alumnos. La posibilidad que nos abrió la pandemia tenemos que aprovecharla, pero sabiendo siempre que el contacto humano es fundamental”, analiza Mariela Guadagnoli, docente de la Escuela Técnica Profesional N°456 “Hipólito Yrigoyen” de la ciudad de Gálvez, Santa Fe.
A pesar de las pocas posibilidades que se dieron durante el presente año, los alumnos lograron mantenerse motivados y encontraron diferentes formas para desarrollar las habilidades y así permitir que el proyecto siga creciendo.
Un adoquín que agrupa
La formación del Aprendizaje Basado en Proyectos es una herramienta que se utiliza cada vez más en las aulas argentinas. Esta forma de educar permite que los alumnos se comprometan e incorporen todo el bagaje teórico mediante la práctica. La búsqueda está planteada con una instancia holística por lo que deben aplicarse conceptos de otras materias como Matemática, Física y Lengua.
Durante el desarrollo del proyecto, se realizaron grupos de trabajo en pos de un objetivo en común, teniendo que involucrarse desde el espacio donde más cómodos están:
“Generamos que el aula sea un entorno participativo, plural y diverso donde existió la confianza y el apoyo mutuo, lo que se terminó trasladando a otros espacios de la escuela”, señaló Guadagnoli.
Los estudiantes pudieron tomar riesgos ante cada instancia, lo que implica retroceder en algunos momentos para replantear lo que se está realizando y mejorarlo. Así, el proyecto de “Adoquines Ecológicos” fue creciendo dentro de la escuela, contando en la actualidad con la participación de alumnos de segundo hasta sexto año de la E.S, y superando las barreras educativas , ya que es la Ciudad quien acompaña la iniciativa con orgullo.
“Mediante un proyecto que necesitaba de la voluntad de cada uno, el grupo se unió más. Este tipo de enseñanza nos permitió conocer más a quiénes teníamos al lado”, expresó Ignacio Racigh, alumno que participó del Proyecto.
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