Actualmente, la situación ambiental del planeta es una problemática cada vez más presente en los discursos de la agenda política global. El daño en nuestro hábitat llega a tal gravedad que los efectos nocivos en el clima —y en la fauna— son cada vez más preocupantes. Debido a esto, en nuestra sociedad crece un necesario debate que pone en tela de juicio nuestros hábitos de consumo y nuestro accionar individual. Este fenómeno traspasa las redes sociales y se materializa en el accionar de organizaciones ambientalistas, y en la intervención de espacios públicos mediante manifestaciones.
¿Cómo nos hacemos eco de esta problemática mundial en la escuela? ¿Cómo concientizamos a los alumnos del cuidado ambiental?
Preguntas de este estilo suelen presentarse en nuestras aulas. Afortunadamente, docentes del área de Naturales y Tecnología de la
Escuela N°1 Manuel Belgrano, nos motivan con un proyecto ejemplar llevado a cabo junto a estudiantes de escolaridad primaria. Este establecimiento educativo está ubicado en la capital de la provincia de
Corrientes.
En relación con la región, es oportuno hacer un repaso de los eventos que están sucediendo a nivel ambiental. En primer lugar, debido a las quemas de humedales, que se realizan no solo en Corrientes sino también en otras provincias como Santa Fe y Entre Ríos, la comunidad correntina sufre de una sequía muy superior a su promedio histórico. El humedal más afectado es Esteros del Iberá, espacio natural que posee una riqueza de especies autóctonas y cuyo destino peligra por el accionar humano. Sin embargo, no todas son malas noticias: recientemente se reintrodujo al yaguareté en el Parque Iberá. Debido a su caza indiscriminada, dicho animal se encontraba extinguido desde hacía 70 años en la zona. Este es el contexto que rodea tanto a los alumnos como a los docentes que participan en el
Proyecto Iberá.
Cuando conocer es concientizar.
El desconocimiento de la naturaleza autóctona en las infancias no nos debería sorprender.
Los medios de comunicación utilizados por los más pequeños (dibujos animados, servicios de streaming como Netflix o YouTube Kids), les presentan animales exóticos como jirafas y elefantes. La fauna local, en cambio, no goza de una gran difusión. Esto provoca que los niños no conozcan las especies de su país, ni mucho menos sepan la situación y el cuidado que deben recibir. Por tal motivo, nos cuenta el
Profesor Roberto Rolón, en los primeros grados se trabaja con realidad aumentada —tecnología conocida por los filtros de las historias de Instagram—
con el fin de que los niños se familiaricen con la fauna de la provincia. Más allá del reconocimiento, se les pide a los chicos que nombren a los animales y así puedan estrechar un vínculo emocional con las especies.
Dar a conocer el patrimonio natural del Iberá en las clases de Ciencias Naturales, brinda la oportunidad de repensar prejuicios y hábitos que son perjudiciales para los animales:
“Una de las creencias que ponemos en debate es lo bien que se ve en algunas comunidades, adoptar a un mono carayá.”—Nos ejemplifica
Rolón—
“Ver una cría de carayá en una casa particular significa que una madre fue asesinada para sustraerle al bebé”.
Los docentes del Manuel Belgrano puntualizan en la importancia de que las especies estén en su hábitat natural. También son parte de las leyendas populares, dotándolos de un significado más protagónico. Este es el caso de la leyenda del
Pombero, criatura proveniente del folklore correntino cuya figura se ha retratado como amenazante y terrorífica.
En el proyecto Iberá,se resignifica este mito y convierte a esta criatura fantástica en un protector de la naturaleza.
La importancia de cuestionamientos al sentido común, cobra sentido al comprender que los niños son multiplicadores de información. Estos debates no solo pretenden formar futuros adultos con una conciencia ambientalista, sino también que ellos, en su infancia, sean un factor de cambio en el hogar. Este hecho lo podemos corroborar en el entusiasmo presentado por los mismos alumnos de la escuela, que luego de las actividades, adoptan el simpático mote de
“Guardianes del planeta”, y crean láminas de campañas en contra el maltrato animal.
Robótica al rescate
El alcance del
Proyecto Iberá no solo recae en la divulgación. Gracias a la robótica educativa, los niños intervienen en la preservación de la fauna. A causa de los incendios, se encontraron en los esteros muchos pichones de guacamayos rojos en muy mal estado. Para contribuir en el cuidado de estas aves, un grupo de estudiantes de la escuela —bajo la supervisión de docentes del área de tecnología— idearon una incubadora (bautizada como
“la gallina robótica”) con el fin de que los huevos abandonados sobrevivan y la especie, reintroducida a los esteros el año pasado, pueda repoblar su hábitat lo más pronto posible.
En otros cursos del establecimiento se realizó un carpincho robot, que se controla mediante una aplicación compatible con celulares con Android. Este carpincho es llevado a todas las aulas y se lo pone en una suerte de laberinto, en el que debe escapar de sus depredadores naturales como yacarés, yaguaretés y gatos monteses.
“Este año también agregamos el factor incendios en el laberinto como obstáculo que el carpincho debe sortear” agrega
Rolón.
A este tipo de proyectos se suman visitas escolares al museo Casa Iberá, donde los niños tienen la posibilidad de estar más cerca de la fauna y flora local. El compromiso de los profesores de la
Escuela N°1 "Manuel Belgrano" es un ejemplo para toda la comunidad educativa. En la entrevista que mantuvimos con ellos, nos comentaron que las satisfacciones aparecen en la respuesta positiva de los niños y en las repercusiones tanto en las familias como en toda sociedad correntina.
La impotencia ante las problemáticas ambientales es moneda corriente en nuestra sociedad, pero, como educadores muchas veces no tenemos en cuenta que nuestro rol posibilita el impulso de cambios beneficiosos para nuestro entorno. El Proyecto Iberá es la prueba viviente de las posibilidades que la tecnología y las ciencias naturales nos ofrecen para gestar conciencia y poner manos a la obra.
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