En nuestra mente tenemos la concepción de que la escuela se relaciona solamente con lápices, papeles y currículums. Desde la irrupción de la tecnología se permitió ir más allá de las aulas tradicionales.
Este es el caso de los
videojuegos, una industria que en Argentina crece constantemente durante los últimos años y a la vez ofrece soluciones didácticas y entretenidas.
Esta herramienta permite potenciar la enseñanza y los conocimientos útiles para el trabajo.
Además, el carácter de valor agregado intensivo fortalece la perspectiva de un sector con fuerte potencial en tanto motor de desarrollo y de inclusión social. Estas formas sociales de expresión conviven en un universo simbólico y de intercambios connotado por la concentración económica y geográfica que amenaza la libre creación y circulación de bienes y servicios culturales.
El
Programa de Promoción del Desarrollo de Videojuegos en Cárceles es un proyecto interdisciplinario que forma a las personas privadas de su libertad en diferentes instancias en la creación de videojuegos.
Su objetivo es posicionarse como un espacio propicio para trabajar y acompañar relacionados con la interactividad en sus facetas industriales y no industriales.
“Gracias al programa les internes pueden mejorar sus condiciones de alfabetización siendo que tienen una formación de oficio, es decir que al tiempo que estudian desarrollan sus primeros proyectos”, explica
Mishka De Caro, coordinadore de contenidos del
Programa de Promoción del Desarrollo de Videojuegos en Cárceles.
La iniciativa fue creada por el
Ministerio de Cultura, el
Ministerio de Justicia, la
cooperativa ELBA y la comunidad de la
Fundación Argentina de Videojuegos (FUNDAV).
Los profesionales forman a las personas privadas de su libertad en diferentes instancias de la creación de videojuegos, entendiendo que es un proceso paulatino.
El programa lleva más de un año y se está desarrollando en las Unidades 26 y 24 de Marcos Paz y en la Unidad 31 de Ezeiza, que particularmente acoge mujeres y madres.
“Trabajamos desde un modelo pedagógico social y desde el conocimiento horizontal. Les internes aprenden sobre desarrollo, narrativa y en estos momentos sumamos cuestiones de música. A medida que avanzamos incorporamos nuevas disciplinas para crear un proyecto cada vez más complejo”, afirma
De Caro.
Mediante las Game Jam se pretende incorporar nuevos proyectos, profesionales y comunidades que serán monitoreados y capacitados. Se busca un espacio proyectual de jerarquía invertida, dónde la coordinación esté puesta al servicio de las necesidades de las ideas presentadas y una relación ramificada con otras instituciones que ayuden a mejorar lo planteado.
La importancia de la concreción de estos talleres es que los internos puedan plasmar su visión de la realidad en la concreción de un videojuego.
En un primer momento los proyectos que presentan suelen traer concepciones más autorreferenciales, pero con el correr de las clases empiezan a profundizar sobre conceptos más allá de la propia vivencia.
“Vemos reflejada la cultura de les pibes, lo que le otorga al proyecto otro tipo de valor identitario. Para el desarrollo de videojuegos internacional hay una búsqueda de identidades locales y de relatos propios, por lo que la voz de les preses, que no se ve reflejada comúnmente, es algo muy rico de ver. También el correr del tiempo les permite que aparezca su propio lenguaje”, nos detalla
Mishka De Caro.
Se ha logrado crear videojuegos muy interesantes: uno sobre la Guerra en Ucrania, otro aborda el romance de un chico preso con una chica que está afuera durante los últimos días de reclusión y, en tercer lugar, se desarrolló un juego de historia se las carreras de autos, pero no trata sobre el armado previo del vehículo.
El
Programa de Promoción del Desarrollo de Videojuegos en Cárceles cuenta este año con un grupo de 30 personas, de las cuáles unos 10 o 12 son del grupo estable que asiste a las clases.
El último
informe de la
Universidad Nacional de Rafaela demostró que los videojuegos desarrollados en el país son, en su mayoría, de género casual (53%). En siguiente lugar le siguen los de género educativo y de acción, que suelen desarrollarse en computadoras y dispositivos móviles.
“El objetivo es que aprendan sobre buenas prácticas de la industria. Pretendemos que parte del programa se haga un seguimiento con el servicio de sociales del Servicio Penitenciario para la reinserción de quienes salgan en libertad.”, concluye
Mishka De Caro, coordinadore de contenidos del
Programa de Promoción del Desarrollo de Videojuegos en Cárceles.
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