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Mi ciudad no es un cenicero

Por: EDUCREAR  |  Martes 16 de Mayo de 2023

Una docente de Santa Fe incorporó una novedosa forma de enseñar Física y logró ser finalista del concurso que homenajea a los educadores más destacados del país.



Marcela Carrivale
es licenciada en Biotecnología y dedicó gran parte de su vida a la investigación, pero luego decidió cambiar de rumbo para volcarse a la tarea docente. Allí, dice haber encontrado un espacio dónde se siente cómoda acompañando el desarrollo personal y profesional de los alumnos.

En su trayecto dictando clases de Física y Química en las escuelas IDEI Pilares y la EESO N° 713 "Monte de los Padres", de Sauce Viejo y el Centro Educativo Jerárquicos, de Santa Fe se encuentra con contextos disímiles: estudiantes con acceso a recursos hasta situaciones de vulnerabilidad o de familias con bajos recursos. Así fue que decidió diseñar un método que provoque motivación en los jóvenes.

Por este motivo logró ser finalista del certamen “Docentes que Inspiran”, concurso que destaca la labor docente y busca movilizar a la comunidad para mejorar la educación. Las historias de quienes imparten clases resultan inspiradoras y dejan huellas en muchos estudiantes.

“Tenemos personas que van a salir a la vida y tenemos que formarlos para ser capaces de resolver diferentes problemáticas. Ahí está el fundamento como docente porque los recursos, a pesar de ser importantes, no pueden ser una limitante”, detalla Marcela.

La postulación al premio se dio por parte de un grupo de alumnos que pasaron por sus clases. A pesar de no quedar seleccionada en 2021, en 2022 retomó la posta y terminó siendo elegida entre más de 4000 docentes para el concurso “Docentes que Inspiran”.



Carrivale basa su propuesta en el APB (aprendizaje basado en proyectos), tomando en cuenta la experiencia individual de cada estudiante y posibilitando que tengan contacto con problemas reales. 

En los más de 10 años que lleva como docente siempre pone como eje la temática ambiental, pero promueve que sus alumnos tengan habilidades científicas y sean individuos críticos y activos en los problemas de la comunidad.

“Mi objetivo es que entiendan y, a partir de hacer relaciones, poder solucionar problemáticas medioambientales. Se ve en su trayecto escolar como crecen personalmente. Si entendemos que los contenidos de Física, Historia o Ciudadanía no son temas aislados se genera mayor valor”, sostiene.

La docente santafesina sostiene que su materia es un “cuco”, ya que durante su adolescencia era la única a quién le interesaba, pero comprende que esto se debe a las estrategias tradicionales: una clase expositiva y luego, la resolución de problemas. Para motivar a sus estudiantes utiliza ejemplos de la vida cotidiana porque la química y la física “nos rodean en todo lo que hacemos”.

Con el objetivo de encontrar nuevas estrategias pedagógicas e innovar en su práctica docente, Marcela escribió sus propios manuales educativos llamados “Aprendiendo Física con Superhéroes”. Allí plantea la posibilidad de trabajar los distintos ejes temáticos de la materia a partir de cómics. 

Se les propuso a los alumnos dividir el curso en grupos de aprendizaje cooperativo y que eligieran un superhéroe. El objetivo fue que los chicos puedan comprender, aplicar y demostrar fenómenos físicos trabajados en la asignatura mediante la explicación de los superpoderes, mostrando en qué casos violan los principios físicos y cuáles no.



“Tienen que entender que no hay que estudiar para aprobar y nada más, sino que puedan entender su entorno”, comenta Carrivale.

Además, llevó a cabo proyectos socioambientales para promover en los estudiantes un compromiso ciudadano crítico, autónomo y empático. Por ejemplo, “Mi ciudad no es un cenicero”. Aquí diseñan placas aislantes y acústicas con los residuos de los cigarrillos.

La iniciativa surgió cercana al 2016, cuando el eje transversal de la materia fue la contaminación ambiental. En ese momento el problema sonoro resultó un tema importante para los estudiantes, quienes investigaron y llegaron a la conclusión que las colillas podían ser un aislante del sonido. A pesar de su pequeño tamaño tienen sustancias perjudiciales para el medioambiente: nicotina, alquitrán, acetato de celulosa e hidrocarburos, plomo, arsénico y cianuro.

El proceso consistía en recibir las colillas y hacerles un tratamiento con distintos lavados -el último se utilizan solventes para luego ponerlo a secar-. Así resulta un material parecido a la lana de vidrio, que se procesa para que queden pequeñas fibras. Una vez limpias se mezclan con yeso para formar las placas que tienen un tamaño de 20 cm de largo y ancho, para lo que se necesitan unas 100 colillas.

“Es un proyecto referente en la zona. Al mismo tiempo, con la iniciativa “Reducir, reciclar, reutilizar e incluir” -que trabaja para concientizar sobre el daño de las industrias textiles-, buscamos generar una cooperativa que brinde soluciones para la comunidad y brinde puestos de trabajo. Por todo esto, siento que el impacto del premio Docentes que Inspiran fue impresionante porque permite mostrar lo bueno que sucede en las aulas argentinas”, concluye Marcela Carrivale.
 

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