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La ciencia como bien común

Por: EDUCREAR  |  Martes 10 de Mayo de 2022

El Club de Ciencias de la Escuela Técnica de Lobería diseñan proyectos vinculados a necesidades de la comunidad local y zonas aledañas.



Con un recorrido corto pero intenso, el Club de Ciencias de la Escuela Técnica N°1 “René Favaloro” de Lobería, Buenos Aires, logró imponerse como un faro para encontrar soluciones a problemas que se presentan en la comunidad.

La institución educativa cuenta con una matrícula de 232 alumnos que se especializan en dos orientaciones: Electromecánica y Multimedios. Además, contar con cuatro impresoras 3D les permite expandir la posibilidad de realizar proyectos educativos.

El espacio extracurricular con el que cuenta la Escuela N°1 nació en 2018 y rápidamente se empezaron a ver los resultados. Lo que dio el puntapié inicial fue un proyecto para imprimir una prótesis para Bautista, un niño que nació con una malformación congénita en una de sus extremidades. Se trata de una mano 3D en PLA (un material derivado del maíz que no es tóxico). “Técnicamente para nosotros fue un desafío. Desde ahí les permitió verse y que otros lo vean de otro lado”, nos cuenta Luis Gastiarena, coordinador del Club de Ciencias.

Al año siguiente participaron del Encuentro Nacional de Clubes de Ciencia, un evento muy valioso para mostrar la experiencia propia y conocer lo que realizan otras instituciones a lo largo del país.

La llegada de la pandemia impidió que los chicos salieran de sus casas, pero aun así el Club siguió funcionando. La Municipalidad de Lobería les pidió automatizar un arco de desinfección que se encuentra en la entrada de la ciudad. Allí, estudiantes de Electromecánica de sexto y séptimo año resolvieron, en sus casas, diferentes aspectos del proyecto, a saber: los sensores, partes electrónicas y de programación. “Como ellos no podían salir, junto con otros profesores fuimos a realizar las conexiones”, detalla Luis.

Franco, otro de los docentes que participa en el Club de Ciencias y asesora en varios proyectos, explica la dificultad de trabajar técnicamente con los alumnos a través de una pantalla: “Fue un desafío enseñarles a soldar mediante una cámara, pero aquello que parecía imposible pudimos sortearlo y logramos muy buenos resultados”.



Esta instancia extracurricular que posee la Escuela Técnica N°1 de Lobería intenta posicionar en otro rol a los alumnos, más no como meros receptores de conocimientos sino como replicadores de los mismos. Por ello, y a partir de unas charlas que realizaron dos egresados de la institución para docentes y alumnos allá por el 2019, se decidió que los estudiantes dictaran cursos sobre Diseño 3D. “Queremos que en un futuro ellos sean formadores. Y vimos que esto los empoderaba, que aprendían y que la recepción por parte de un par de los demás alumnos era satisfactoria”, explica Luis Gastiarena, docente de Informática.

En esa misma lógica se inscribe la filosofía del espacio extracurricular: que cada proyecto tenga un alumno referente y, al mismo tiempo, les exija aprender a convivir con el error. “Ellos tienen que saber enfrentarse a los problemas y encontrarles soluciones. Al mismo tiempo perderle el miedo al fracaso, que no sea un limitante sino más bien el motor para encontrar la mejor solución”, enfatiza Karina, la Jefa de Área del Club.

Otro de los objetivos que se plantean desde el Club de Ciencias de la Escuela Técnica N°1 es poder articular con otras instituciones educativas con el fin de potenciar proyectos en forma conjunta. Así fue que la Escuela Agraria N°1 de Miramar los contactó, a través del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), para desarrollar placas dentales bovinas.

Las vacas lecheras empiezan a tener problemas en la producción de leche cuando sus dentaduras se gastan. Así es que tienen una alimentación más ajustada, lo que significa menos producción de leche y menos posibilidades de reproducción. Actualmente están trabajando junto con un mecánico dental el diseño de las mismas y saber cuál es el material más apto para su uso. 



Junto al INTA se encuentran trabajando en un pasturómetro, una herramienta que permite calcular al instante la cantidad de pasto y cuántos animales podrían alimentarse. Esto implica una revolución en cuanto a tiempos y costos, ya que el método actual consiste en tomar muestras de una sección de pastura, secarla y pesarla. Además, pretenden diseñar la automatización de las alarmas en los freezer con los que cuenta la institución dónde se guardan muestras de diferentes proyectos y así saber al momento cuando hay un corte de luz para prevenir y salvar las muestras que allí se encuentran.

Durante el 2021, el Club de Ciencias de la Escuela Técnica N°1 “René Favaloro” de la ciudad bonaerense de Lobería diseñó con las impresoras 3D diseñaron un kit de Educación Sexual Integral (ESI) que contenga órganos reproductivos masculinos y femeninos para trabajar en las escuelas. La propuesta surgió desde los estudiantes de primero, segundo y tercer año que se enfrentaron ante la imposibilidad de contar con una maqueta que les enseñaran a poner un preservativo o colocarse una copa menstrual.

“Cuando planteamos un proyecto siempre buscamos anclarlo con una mirada social que se potencie con lo educativo. Nuestros tiempos no son los mismos que los de un técnico formado, por eso los proyectos no se agotan en un ciclo lectivo, sino que trascienden”, afirma Luis Gastiarena, coordinador del Club de Ciencias.

Y es en este último punto que Gladys, la Directora de la Institución, enfatiza en la importancia del espacio extracurricular que cuentan desde hace 4 años: “Entendemos la importancia de no brindarles un conocimiento acabado sino más bien motivarlos, abrirles un poco la cabeza y que como adolescentes no pierdan la curiosidad”, concluye.

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