Desde 2012, el Consejo General de Educación de Entre Ríos, decidió extender la jornada escolar en las escuelas primarias de la provincia con el objetivo de desarrollar una propuesta curricular formativa, que incluye talleres relacionados con la cultura, el arte, el ambiente y la música. Esta innovadora experiencia educativa, lleva el nombre de una educadora prestigiosa que supo desarrollar una amplia tarea como investigadora en la Facultad de Trabajo Social de la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER): Nélida Nina Landreani.

Con espíritu inquieto, poniendo siempre el foco en mejorar los conocimientos y aprendizajes de los estudiantes, las talleristas Julia Lucher Martes, de la Escuela N°53 “Aeronautica Argentina”, y Noelia Capurro, de la Escuela N°26 “Justo José de Urquiza”, idearon el proyecto “Cultivando unión, cosechando amistad”. Su finalidad es construir vínculos interpersonales, acercar a las familias, la comunidad y generar conciencia ambiental.



La idea surge durante un recreo, cuando ambas docentes conversan sobre la posibilidad de unir las dos instituciones en un proyecto en común. Sería a partir de una serie de encuentros que tuvieran como eje central la huerta, ya que ambas dictan esa materia en sus respectivas escuelas. “Fue la posibilidad de ofrecer algo nuevo, para que los chicos y chicas puedan compartir con otros y que aprendan al mismo tiempo”, detalla Capurro.

La propuesta se puso en práctica a mediados de junio con un primer encuentro en la Escuela N°53, dónde ya contaban con una huerta. Los participantes que dieron comienzo a este aula-taller fueron los alumnos de 4° grado de dicha institución y los de 3° de la escuela N°26. “Buscamos que haya amistad y que dos escuelas que nunca trabajaron juntas, lo hagan porque el trabajo en equipo mejora el aprendizaje”, sostiene Julia Lucher Martes.



"Cultivando Unión, Cosechando Amistad", busca establecer huertas en las instituciones educativas de Entre Ríos para fortalecer la asistencia escolar y la recuperación del sentido de la participación, entendiendo que la huerta es un espacio de aprendizaje dónde se pone en práctica una teoría que atraviesa distintas áreas curriculares.

En este tipo de proyectos transversales, los estudiantes comprenden que el espacio de estudio puede servir como un medio de producción, subsistencia y hasta salida laboral mediante el cuidado del medioambiente y el trabajo de la tierra.



Por tanto, una de las bases importantes que diseñaron Julia y Noelia fue la posibilidad de que las familias se involucraran en el proyecto. Eso genera una motivación extra en los pequeños y es una forma de que los padres/madres se acerquen a participar en la vida escolar.

“Invitamos a especialistas para que nos den una visión más amplia sobre la importancia de la huerta: qué podemos hacer, para qué sirve o qué importancia tiene en lo nutricional, por ejemplo”, comenta Capurro, tallerista de la Escuela N°26 “Justo José de Urquiza”. Todo lo que se cosecha en estas huertas pueden llevarlo los alumnos para consumir en sus hogares. También, en muchos casos lo utilizan como ingredientes para que aprendan distintas recetas allí, en la escuela.



“En septiembre vamos a tener el segundo encuentro del proyecto y vamos a tratar sobre los fertilizantes e insecticidas caseros. Estaría bueno que se pueda expandir a otras instituciones teniendo en cuenta la experiencia que transitamos”, culmina Julia Lucher Martes, tallerista de la Escuela N°53 “Aeronautica Argentina” de Rosario del Tala, Entre Ríos.



Resulta de vital importancia que las escuelas continúen generando prácticas innovadoras para que los alumnos adquieran mayores habilidades didácticas a partir de enseñar la empatía y el cuidado del medioambiente.