En un contexto dónde el sistema educativo se encuentra bajo varias críticas hacia su eficacia y funcionamiento, en el sur del conurbano bonaerense una institución educativa lleva adelante planes con un objetivo beneficioso para la comunidad.
La
Escuela de Educación Técnica N°6 “Ingeniero Juan V. Passalacqua” se encuentra en
Banfield, dentro del partido de
Lomas de Zamora, y allí los estudiantes junto a sus docentes desarrollan cuatro proyectos muy interesantes.
Junto a
José María Lorenzi y
Gonzalo Valls están los estudiantes
Juan Pablo Vergara y
Antulio Mora Eljuri que integran el equipo
“CIMOL”. Ellos pretenden elaborar un pesticida amigable con el medio ambiente a partir de un aceite extraído de ciertas plantas.
Mediante el método de soxhlet, se podrá reducir el uso de plaguicidas tóxicos en áreas de producción agrícola y bajar el daño que estos provocan en el suelo, con su consecuente fuga a los cuerpos de agua.
“El principal problema fue cómo extraer los componentes del orégano y el eucalipto ya que son volátiles”, explican los integrantes del equipo.
Los pesticidas orgánicos son aquellos que vienen de fuentes naturales, usualmente plantas o minerales, y pueden mejorar la calidad de las cosechas para obtener productos naturales, evitar la contaminación y evitar la toxicidad.
El objetivo del equipo al momento de realizar el proyecto fue promover el uso de sustancias orgánicas en el medio ambiente.
¿Cómo se extraen sustancias de baja solubilidad? Se trata de una técnica de separación sólido-líquido usada en la industria alimentaria y no alimentaria para la determinación del contenido graso en muestras de diferentes naturalezas. Allí, la muestra se empapa de un disolvente caliente que se extrae periódicamente, se destila y vuelve a la muestra. En cada ciclo, una porción del compuesto no volátil se disuelve en el disolvente, y tras varios ciclos, el compuesto deseado se concentra en la matriz de destilación.
“Entendemos que está destinado a personas que residen cerca de áreas de producción agrícola por estar expuestos a la toxicidad de los productos. Buscamos disminuir el uso de enfermedades e intoxicaciones”, detallan.
En una línea parecida, buscando mejorar la salud del consumidor, el grupo
Dellita, integrado por los docentes
Gonzalo Valls y
María José Lorenzi y los estudiantes
Alex Rea,
Mia Sanchez y
Tomás Torres, está produciendo manteca de avena. Este alimento alto en fibras y bajo en grasas saturadas es beneficioso para quienes buscan mantener una dieta saludable y equilibrada.
La lipoproteína de baja densidad (LDL), conocido como colesterol malo, puede llegar a ser una gran problemática para la salud cardiovascular y su exceso se puede acumular en las paredes de las arterias, lo que forma placas ateroscleróticas y, finalmente, enfermedades cardiovasculares.
Acceder a información precisa y actualizada sobre las problemáticas del LDL y la comprensión de los métodos para reducir sus altos niveles puede ser importante en la lucha contra enfermedades del corazón. Por lo tanto, este proyecto educativo es útil para educar y concientizar a la sociedad y, a la vez, buscar una solución mediante un producto a base de avena.
La idea surgió desde la vivencia de uno de los integrantes del grupo dado que parte de su familia padece enfermedades de este tipo, por lo que deben hacer un cambio muy brusco en su alimentación.
“Queremos crear un producto saludable que sea muy consumido en el país”, explican.
Dellita utiliza como materia prima la avena. Este vegetal, contiene fibras solubles que ayudan a regular el colesterol LDL siendo una de ellas el betaglucano, que forma geles viscosos en el tracto gastrointestinal y genera disminución en la absorción de colesterol dietético. Por otra parte, reabsorbe ácidos biliares que permite disminuir el colesterol sanguíneo sintetizándolo más rápido.
“Primero elaboramos una bebida vegetal a base de avena y agua, a la que agregamos probióticos y la dejamos fermentar unas 12 horas para obtener un yogurt. Luego, se mezcla con aceites bajos en grasas saturadas más un emulsionante para volverse homogéneo para dejarlo reposar en moldes a una temperatura de 2° a 5°”, detallan los integrantes del equipo.
Con esto, intentan mejorar la salud del consumidor al proporcionar un producto innovador y accesible en el mercado. Sería un sustituto saludable de la manteca convencional y un producto apto para veganos.
Dentro de las
Prácticas Profesionalizantes que se realizan en la institución banfileña también se encuentra el equipo
“Garby”, cuya propuesta es elaborar productos a base de legumbres que sustituyan los alimentos ultraprocesados en la alimentación infanto-juvenil.
El grupo está conformado por los estudiantes
Marian Alo,
Abigail López y
Lautaro Ragona y los docentes
María José Lorenzi y
Gonzalo Valls.
Según la
“Encuesta Rápida sobre la situación de la niñez y adolescencia” de
UNICEF, 1 millón de niños, niñas y adolescentes (NNyA) en Argentina, bajaron el consumo de carne, frutas, verduras y lácteos debido a los problemas económicos.
“Encontramos que los garbanzos son las legumbres más consumidas en el país y pensamos integrar a la alimentación en una bebida hecha con jugos de manzana para ser consumida en cualquier edad”, detallan desde el equipo.
La creación de este producto busca promover el consumo saludable y rico en contra de los alimentos ultraprocesados, acortar la brecha entre el patrón alimentario actual de los NNyA y concientizar sobre el buen uso de las legumbres.
Por último, el equipo
“SVAL Suplemento” continúa la línea de proyectos educativos con un fin beneficioso para la comunidad.
Benjamín Caña,
Magalí Orellana y
Juan Pablo Schwarz junto a los docentes
Gonzalo Valls y
María José Lorenzi producen una bebida fortalecida a base de lactosuero.
Su consumo combate la contaminación producida por desecho del suero de la leche aportando proteínas necesarias para el desarrollo muscular y el aumento de peso.
“Comenzamos el proyecto con biodiesel, pero cuando lo llevamos a la práctica nos dimos cuenta que no contamos con los materiales para hacerlo. SVAL comenzó como un suplemento dietario a base de proteínas al ver la necesidad de pacientes en recuperación por obtener un suplemento barato”, sostienen los integrantes del equipo.
El suero de la leche es la fase acuosa que se prepara de la cuajada en el proceso de elaboración de quesos. Este subproducto se ha constituido en el principal desecho de la industria láctea -por cada 100 kg de leche empleados para producir se obtiene alrededor de 10 kg de queso fresco y 90 kg de suero en leche- que produce 35kg de demanda biológica de oxígeno (DBO) y cerca e 68kg de química de oxígeno (DQO) por cada 1.000L de lactosuero.
El efecto contaminante es equivalente al de las aguas albañales que producen 450 personas en un día, ya que los organismos que fermentan en el suero crecen -debido a su carga de nutrientes- y aumentan la demanda de oxígeno. En este contexto, se puede ver el fuerte impacto ambiental que representa el vertimiento del suero en fuentes fluviales.
En Argentina se producen alrededor de 4.015 millones de litros por año de lactosuero y la mitad de este se desecha al medio ambiente.
“Para obtener la proteína realizamos una producción de queso y, mediante la precipitación de este suero con ácido acético, obtenemos la proteína principal que utilizamos”, detallan.
Sval es un suplemento dietario diseñado para abordar las necesidades nutricionales específicas de pacientes hospitalizados o en tratamiento que padecen de:
-Desnutrición
-Caquexia
-Anorexia
-Disfagia
-Problemas de deglución y masticación
“Beneficiamos a adultos mayores porque la fuerza de sus músculos va disminuyendo. Nuestra leche es de gran ayuda ya que promueve la fuerza y la movilidad”, concluyen.
El trabajo de quienes integran la Escuela de Educación Técnica N°6 “Ingeniero Juan V. Passalacqua” demuestran la importancia que tiene la realización de proyectos educativos con el fin de resolver problemáticas comunitarias.
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