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La promesa como un compromiso

Por: EDUCREAR  |  Viernes 18 de Junio de 2021

Cada 20 de junio miles de niños y niñas de cuarto grado en todas partes del país prometen lealtad al máximo símbolo patrio.



Manuel Belgrano fue abogado, uno de los más notables economistas argentinos, precursor del periodismo e impulsor de la educación popular, la industria nacional y la justicia social. Durante la guerra de Independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata, una vez concluída la campaña de Paraguay, se mudó a Rosario, Santa Fe, para construir artillería. Allí notó que las fuerzas realistas y patrióticas usaban los mismos colores: amarillo y rojo, por lo que decidió diseñar un símbolo que distinga a una de otras tropas.

El 13 de febrero de 1812 Belgrano le propuso al Triunvirato crear una escarapela con los colores celeste y blanco. La propuesta fue aprobada a los pocos días, y el abogado enarboló la bandera a orillas del río Paraná un 27 de ese mismo mes. Además, hizo jurar a sus soldados en las baterías “Libertad” e “Independencia”. Recién durante 1813 el gobierno local permitió el uso de la bandera, cuando el abogado la enarboló para mostrar fidelidad a la Asamblea General Constituyente; y en 1816 el Congreso de Tucumán la adoptó oficialmente.

La fecha fue decretada un 8 de junio de 1938 por la Ley N° 12.361, aprobada en el Congreso Nacional y del entonces presidente de la Nación Argentina, Roberto M. Ortiz. Cada año, alumnos y alumnas de cuarto grado realizan una promesa a la bandera, donde cada 20 de junio se honra al creador de la bandera nacional, quién pasó a la inmortalidad en 1820. 

Ese juramento no se trata de una lealtad a un simple paño, es más bien un momento en el que todos los argentinos tienen la posibilidad de establecer un vínculo solemne que reivindica nuestro mayor símbolo patrio, realza la identidad argentina y reafirman los valores como el respeto, la inclusión y la solidaridad no sólo con las palabras, sino con los hechos cotidianos.



¿Sabemos cuál es su origen? A pesar de no existir una fecha precisa, esta tradición comienza a fines del siglo XIX cuando Domingo F. Sarmiento trae maestras de Estados Unidos, quienes adaptan extraoficialmente las costumbres de jurar a la bandera a los establecimientos educativos argentinos. Fue para mediados de 1909 cuando una resolución del Consejo Federal de Educación institucionaliza estas prácticas.

“Al prometer lealtad a la bandera están prometiendo a todo el concepto relacionado con la nacionalidad”, asegura el historiador rosarino Miguel Carrillo Bascary.

Aun así, existe un acontecimiento poco conocido del motivo por el cual se decide hacer una jura a máximo símbolo patrio en cuarto grado. Según Carrillo Bascary, esto se debe al contexto social de aquel entonces que les impedía a los jóvenes de pocos recursos económicos continuar con su escolaridad y se trata de una edad donde el uso de razón “está completamente formado”. 

“Prometer a la bandera es un momento muy emotivo en la vida de cada niño y sus familias. Implica la idea de inclusión dentro de la sociedad y encierra los valores de la argentinidad”, afirma el historiador rosarino Miguel Carrillo Bascary.



La expresión de voluntad implica un compromiso público de cultivar valores; de reverenciar tradiciones y de aplicarse a los esfuerzos que implica ser parte de la Nación Argentina, representada en su bandera. Prestar promesa a esta es una manifestación pública y solemne que nos identifica a cada uno de los argentinos.

A veces existe una diferencia conceptual entre jura y promesa. El integrante del Instituto Nacional Belgraniano explica que la diferencia está en que “el juramento se da por testigo a Dios” mientras que la promesa “es un compromiso”.

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